En diferido 1

No me queda otra que consolidar los posts, no me gustan los cybers y no voy a acudir todos los días a uno a postear, asi es que mientras no tenga PC en mi hogar (hasta que no tenga nuevamente un hogar), voy a venir a postear rejuntes de este tipo, textos anotados en word (pero of-line), en pedazos de papel, libretas, etc. Voy a postear en diferido hasta que tenga internet en mi casa, por eso le pongo «en diferido» numerado al post.

Despaché la pc el sábado, junto a otros 24 bultos, si todo sale bien las cosas deberán llegar el jueves o viernes a Buenos Aires. Tengo pc en mi casa desde el año 93′, e internet desde el 98′, pensé que sería terrible la situación sin PC, pero la verdad es que no me afecta demasiado, solamente me molesta escribir a mano, de hecho nunca lo hice demasiado bien, desde la secundaria no tomo apuntes y en la facultad pedía fotocopias y a veces me divertía pasando a Word (o works) las hojas, es entendible que la falta de práctica haya terminado por atrofiar el hábito hasta abolirlo, una pena, una pena. Por lo demás no sufro demasiado la falta de PC, si la falta de internet, pero hay cybers por todos lados.
Creo que el sábado me voy de Mendoza.

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Muchos preguntan por las razones que me llevaron a decidir irme a Buenos Aires, son muchas y seguramente no demasiado convincentes, Mendoza es lindo lugar si, pero además del sol y la montaña, del buen vino y la siesta, del paisaje pintoresco y las acequias, las personas necesitamos sobrevivir, alimentarnos, vestirnos y si se puede que sobre algo de dinero para comprar libros. Eso es dificil de conseguir en Buenos Aires, pero mucho más en el interior. En Mendoza además se disolvió todo, los amigos se alejaron un poco, el mercado me ningunea, un poco por portación de apellido, otro poco por que nunca cultivé las amistades indeseables necesarias para sobrevivir en una sociedad frívola, cerrada, atrasada e hipócrita. En definitiva hay más razones para dejar Mendoza que para adoptar Buenos Aires, es decir: si hubiese tenido oportunidad me hubiera ido al Chaco, a Santa Cruz o a cualquier lugar en el que saliera alguna oportunidad. Es Buenos Aires, que le vamos a hacer.

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De acá me voy triste, nunca pensé que sería así, pero quedan cosas aquí, mis sobrinos, mis padres y hermana, pocos amigos (demasiado pocos), mi perro y algunos recuerdos, nada de nostalgia por la alameda, las montañas o las acequias, nada de choteras, para sufrir ya hay otras cosas más importantes que las fotografías turísticas.
Tampoco creo que vaya a ser fácil, en Buenos Aires apenas si tengo un par de amigos (y uno se vuelve a Mendoza en julio), dos  o tres contactos viejos que seguramente ya no sirven y nada más, tengo que empezar de nuevo algunas cosas: hacer amigos, conseguir trabajo, elegir espacio geográfico, buscar barrio, depto, instalarme, desarrollar hábitos, etc. todo un diseño de largo plazo, sin demasiado plan, algo así como un «empezar de nuevo«, consigna que me niego a adoptar, por que suena demasiado patética, pero que se aplica tan bien a los nuevos tiempos.

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No me gustan muchas cosas Buenos Aires, pero prefiero pensar en lo que sí me gusta: las medialunas son mejores, hay muchas más librerías, el anonimato es algo gratuito y fácil de conseguir, hay lugares que conservan cierta mística, más eventos culturales, y ten bala a Rosario.
Me iba a llevar la guitarra, pero pensandolo bien queda bastante estúpido llegar en un colectivo que viene del interior con dos valijas grandes y una guitarra a cualquier terminal metropolitana, parece una película de Palito Ortega o Leo Dan, me niego a ser partícipe de semejante escena, dejo la guitarra aquí.