En Mendoza, con laburo y una vida social relevante, leía básicamente en la noche, en tiempos muertos, o los fines de semana. El desempleo y la soledad de estos primeros meses en Buenos Aires me dejan una gran cantidad de tiempo libre, la mayoría del cual uso para leer. De manera que en estos casi cuatro meses he devorado una buena cantidad de libros, algunos de los cuales me gustaría recomendarles. De a poco voy a ir haciendo una serie de posts, no a manera de reseñas porque no se hacerlo, si no mas bien como inventario de las razones por las cuales creo que esos libros merecen ser leídos. Empiezo con Villa Celina de Juan Diego Incardona.
Villa Celina está compuesto por una serie de relatos y crónicas barriales de tono autobiográfico, sus páginas revelan un paisaje suburbano por momentos pintoresco, por momentos desgarrador y una realidad más compleja de lo que a simple vista sugiere una lectura superficial. Estas historias tienen como común denominador el espacio, el barrio en el que creció Incardona, ubicado en el partido de La Matanza, al sudoeste del Gran Buenos Aires, un cuadrado delimitado por la Avenida General Paz, la autopista Riccheri, el Mercado Central y el Riachuelo. Por sus páginas desfilan locos entrañables, punteros políticos, perros místicos, la militancia peronista, bandas de rock, anécdotas, mitos urbanos, picados en el potrero, peleas callejeras, aromas diversos, amistades y códigos de suburbio.
Probablemente no esté siendo objetivo, me resulta imposible serlo respecto de este libro, que me pareció maravilloso. Yo también crecí en un barrio parecido. Guaymallén es también el departamento más populoso de Mendoza, y Dorrego el barrio que limita con la Capital. Seguramente es por eso que me gustó tanto el libro, porque me permitió acceder a partes borrosas de mi memoria (viví en Dorrego entre los 7 y los 34 años), a imágenes y momentos que se superponen a veces con los de Villa Celina. Claro, ni Mendoza es Buenos Aires, ni Guaymallén es La Matanza, ni Dorrego es Villa Celina; las comparaciones son odiosas y más si se trata del barrio, con sus códigos singulares y sus mitos e historias hieráticos. No, de ninguna manera pretendo comparar, hacerlo sería profanar la memoria por partida doble, la mía con sus acequias y el zanjón Cacique Guaymallén, con las siestas erráticas y los pelotazos en el portón de Manzano; y la de Incardona con su “Tanque de Celina” y sus edificios Estrella. Pero fue inevitable que al leer y releer las historias de Celina sintiera, además de nostalgia y complicidad, que no somos tan distintos, que (como le dije en un mail a Incardona) el barrio es el barrio en Buenos Aires, Mendoza, Rosario, Jujuy y cada uno de los centros urbanos de la Argentina. Las clases medias bajas, esas pequeñas burguesías que supieron ser mayorías laburantes tienen rasgos comunes en todo el país, algo que nos hermana, que nos hace, al menos, menos distintos.
Además de esas subjetividades (que probablemente hayan atravesado a muchos de los que leyeron el libro y crecieron en barrios similares) los textos me gustaron por los tonos que adopta Incardona en cada uno. Me llamó la atención particularmente el lenguaje y el registro de “El túnel de los nazis”, entre fierita y lunfardo post-moderno. Me emocionaron los dos cuentos del final: las historias de Tino (el loco infaltable de cada barrio, en este caso tierno y querible) y el mito del perro de dos narices (mascota barrial emblemática devenida casi en un santo popular), pero enumerar acá cada uno de los cuentos y las emociones que me generaron sería aburrirlos, seguramente alguien lo hará mejor, todos merecen ser leídos, algunos me gustaron mucho y otros más, es todo lo que puedo decir.
Repito, es probable que haya sido demasiado parcial, es muy difícil no recomendar este libro a muchos de mis amigos, se los regalaría a todos los que pasaron y siguen en el barrio. Lo cierto es que amorticé bien la compra, lo leí tres veces y creo que voy a seguir acudiendo cada tanto este libro, es de los que no se prestan.
Hay mucho más en el libro, pero ya lo dirán otros que sepan más de literatura que yo, Sarlo, por ejemplo, hizo en Perfil una especie de análisis de tono sociológico respecto de ciertos códigos barriales que laten en las historias de Villa Celina. A mi solamente me resta agradecer al autor por publicarlas y enfatizar la recomendación de lectura al menos a mis amigos del barrio.
De Incardona, además de Villa Celina, había leído algunos de sus cuentos en esas antologías temáticas que se publicaron últimamente y su blog, pero se que ha publicado un par de libros más que ahora quiero leer pero no he logrado conseguir en librerías habituales. Se también que nació en Buenos Aires en 1971, que estudió Letras en la U.B.A., que fabrica y vende artesanías de plata por la zona de Palermo. Por si fuera poco dirige la revista El Interpretador y tiene, como dije, un blog.
Ficha
Título: Villa Celina.
Autor: Incardona, Juan Diego.
ISBN: 9789875454859.
Editorial: Norma.
Fecha: Junio de 2008.
Precio: $36.
En stock en casi todas las librerías (por ahora)
hola
yo soy de mendoza tambiény vivo en mendoza…senti cosas parecidas a las ue vos contás cuando lei el libro…y te queria contar que conseguí «objetos maravillosos» otor libro de juan diego incardona, mandandole un pedido a la editorial tamarisco..estando vos en buenos aires no es difícil que lo consigas..a mi me gusto más villa celina, pero en ambos encontré esas historias vitales bien de barrio que como vos decis…en todos lados son » el barrio»..
un saludo
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@marina: Que bueno que lo compartas, quiere decir que entonces no estoy tan errado. Voy a seguir la recomendación de contactar a Tamarisco y lo paso a buscar. De que barrio de Mendoza sos? de Dorrego también?
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Cómo leí por ahí: El barrio es uno, lo lleva consigo donde quiera que esté. El barrio a veces aisla, adormece, distorsiona nuestra visión de lo «real», pero ¿quiénes seríamos nosotros sin el barrio?. Le debemos mucho al barrio, y él nos debe otro tanto pero, al fin, Dorrego siempre fue Dorrego, Maguila siempre fue y será Maguila, el Gordo Pepe, por más que cambie de fisonomía, de trabajo o de lugar, siempre será el gordo Pepe del barrio. Y yo, yo soy (para bien y a veces para mal) el Seba del pasillo del frente de tu casa, el que se pelaba las rodillas jugando al fútbol en medio de la calle. Seguiré siendo el mismo, esté donde esté, lleve a donde me lleve el destino…
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@Cebolla: Eso, un destino marcado a fuego por Dorrego. Comprá el libro, leelo y te vas a acordar de mi, en Yenny de Mendoza debe estar, es guita bien invertida, fijate el cuento del túnel y decime si no te hace acordar a la épocan en que nos agarró por caminar todo el zanjón por Morón hasta salir por la acequia de 9 de julio.
Abrazo y éxitos.
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Estimados:
Me entusiasmaron con la lectura del libro de Incardona Villa Celina. Voy a preguntar
en Mendoza a ver si lo consigo. Me gustan los cuentos barriales. De hecho , y temerariamente he escrito algo de ello.
Contestame.
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@Rodolfo AGNENI: En Mendoza seguramente lo conseguís, en Yenny lo tienen, mandá algún cuento así lo leemos. Abrazo y gracias por pasar.
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LEI LOS RELATOS DEL LIBRO, SON PARTICULARMENTE NOSTALGICOS. EH IDO DE VACACIONES A BUENOS AIRES Y MIS PRIMOS VIVEN EN VILLA CELINA Y EN UNOS DE LOS RECUERDOS QUE REMEMORA ICARDONA ESTA LA TIA JUANITA Y LA ANTONIA QUE SERIAN PARIENTES DE MIS PRIMOS UNA LA ABUELA Y LA OTRA LA TIA.
COMO ME VOY A OLVIDAR DE TINO FANATICO HASTA LA MUERTE DE BOCA, CUANTOS PICADOS EN LA CALLE HASTA ALTAS HORAS DE LA NOCHE PO FAVO QUE DÍAS, LA MARTITA CON SU GAMBETAS…
LLEGUÉ A CONOCER A LA FLIA DE DIEGO EXCELENTES PERSONAS. QUE RECUERDOS AHORA TENGO 32 AÑOS Y EN AQUEL ENTONCES CARGABA CON 8 O 9.
CUANDO VOY A VILLA CELINA ENTRO AL ALMACEN DE JUANITA Y LO PRIMERO QUE HAGO ES BUSCAR ESAS CAJAS DE GALLETITAS, PERO CASI YA NO LAS ENCUENTRO. JUANITA LAS TIENE GUARDADAS, SEGURO QUE LAS MODAS LAS DESPLAZARON.
SALUDOS A MIS PRIMOS ROXANA, MARTIN Y FERNANDA. Y A MI TIA DORA
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@MARCELO: De donde sos MArcelo? Saludos y gracias por pasar.
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