Terror

La angustia gana la partida y no puedo seguir escribiendo, las palabras dejan de brotar. Me acerco a la ventana y espío, detrás de esa capa fría de niebla el paisaje lúgubre de la calle se transforma, las cosas pierden consistencia y entidad. El terror flota en el aire que envuelve la casa, está allí, impregnándolo todo, invisible, palpita en cada objeto. No hay que salir, por un tiempo no hay que salir, estamos refugiados, nos quedan provisiones para un par de días y empezamos a dosificar los cigarrillos, no sabemos cuánto puede durar esta vez.

Una mujer flaca y harapienta llora en silencio, tiene la cara tiznada y las lágrimas trazan surcos sobre su rostro. Un hombre se dedica minuciosamente a extraer el tabaco sobrante de las colillas haciéndolas girar bajo la leve presión de sus dedos. Otro, sentado bajo la ventana, mira a la nada acariciando su barba. Todos estamos en silencio.

De un momento a otro puede aparecer, no sabemos bajo que forma, pero tenemos la certeza de que va a venir. Los animales también están expectantes, al principio se expresaban, se movían o hacían ruido, algunos querían salir, ahora están resignados como nosotros, no quieren comer y algunos beben de vez en cuando algo de agua, pero casi todos están acostados en el suelo y no se mueven, hace días que no se mueven.

A muchos de nosotros ha dejado de asistirnos la cordura, si esto no termina pronto es posible que nos matemos unos a otros para devorar nuestras propias entrañas, no es el hambre, no, es el terror. Se que muchos, como yo, piensan en el suicidio redentor, pero no tenemos manera de quitarnos la vida, este lugar carece de alturas, de venenos, de armas de fuego o elementos cortantes, solamente tenemos algo de comida, mucha agua y algunos cigarrillos, no los suficientes.

***

Finalmente, después de tres días, el cuerpo me traiciona y me duermo casi sin darme cuenta. Al despertar estoy solo en mi cama, los huecos de las cortinas dejan entrar la luz del sol en forma de varillas, el aire huele a jazmines y los pájaros han vuelto a cantar. Mi madre me trae un mate y me dice que son las once.

8 Comentarios

  1. @Germanico: Eso mismo, un terror que está ahí flotando, invisible y al asecho, no se si desesperanza, no lo veo así, más bien una especie de resignación ansiosa, como el que está en vísperas de la muerte inevitable de un pariente con una enfermedad terminal.

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  2. @Andres: Claro, exacto, el miedo es la mejor prueba de que uno está vivo, ¿a qué temer después de la muerte? Sólo Sueiro podría responder, pero ya cruzó el umbral y no volvió más.

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