Descubrí la narrativa de Chuck Palahniuk hace un par de años por recomendación de Luc. Lo primero que leí fue el cuento Tripas que publicó en el 2005 Página 12 acompañando un interesante artículo de Fresán sobre el autor. Es un relato impresionante, no apto para gente sensible o con demasiadas reservas morales. Me gustó tanto que se lo hice leer a gente que me acusó de tener mal gusto. Lo reconozco, Tripas no es una buena elección para empezar a leer a Palahniuk, pero creo que es un autor al que todos deberían darle una oportunidad.
Existe a veces cierta reticencia a leer best-sellers en algunos lectores de paladar negro, y Palahniuk no sólo es un autor que vende mucho si no que además tiene una página oficial para sus fans y una maquinaria marketinera fenomenal a su servicio, pero es un escritor distinto, no se si nuevo u original, pero distinto, difícil de catalogar.
Leí todas las novelas de Palahniuk traducidas que pude conseguir, muchas fueron editadas por Mondadori con traducciones ibéricas, otras me las prestaron, sólo me faltaba Diario. Una novela cuya lectura venía postergando desde hace un tiempo, finalmente la leí el fin de semana pasado. Creo que es una excelente manera de empezar con Palahniuk, pero quienes ya hayan leído Sobreviviente o Asfixia no podrán evitar sentirse algo decepcionados.
Se trata una «típica» novela de Chuck Palahniuk, no hay demasiado más que decir, no es tan buena con sus mejores libros (Sobreviviente, Asfixia) ni tan mala como sus peores producciones (Fantasmas), digamos que es un promedio. Es un librito barato ($27 en edición de bolsillo) y entretenido.
Un hombre está en en coma tras un intento fallido de suicidio, su mujer lleva un diario para que al despertar él sepa qué pasó. De las casas de veraneo empiezan a desaparecer habitaciones enteras. Grafittis con extrañas premoniciones en las paredes, las frustraciones artísticas de una cuarentona y una aristocracia venida a menos completan el complejo mecanismo de esta bomba de tiempo ensamblada por Chucky.
La novela está impregnada del inigualable estilo de Palahniuk, rebosante de humor negro, violencia y una crudeza descriptiva que roza el asco. Como siempre cada capítulo tiene su propio subestilo, su procedimiento particular, son sistemas cerrados que funcionan como pequeños engranajes de un artefacto literario singular, por separado, pero también combinándose entre sí para terminar por tejer una trama terrible, cruel, feroz. Palahniuk, como oportunamente lo hizo Bukowski, pone de manifiesto en esta novela la otra cara del sueño americano, la que no se ve, la que nadie envidiaría.
me acuerdo y te vuelvo a a putear, mirá…
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Tripas es un gran cuento, una maravilla, las ganas de vomitar que te provocó es un indicio claro que el tipo sabe cómo transmitir crudeza. Un gran cuento, sí señor.
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yo tengo Nana. Y no vale la pena.
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Igual lo quiero leer, pasamelo cuando puedas, vos sabés que los liquido en menos de una semana y devuelvo.
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