Muy interesante el informe sobre el comportamiento de la industria editorial argentina durante el año 2009. En el artículo se exhiben únicamente estadísticas de producción, nada sobre el mercado. De cualquier manera llaman la atención los números, más teniendo en cuenta que 2009 no fue un buen año. Aquí lo descargan.
Del análisis superficial de esta información (parcial y limitada) se me ocurre que algo no está del todo bien. Como mínimo hay dos problemas. El primero surge claramente de preguntarse si el mercado tiene la capacidad de absorber tanta oferta (90 millones de libros menos las exportaciones más las importaciones). Con la estructura de costos actuales (con impacto directo en precios) creo que no, pero estaría bueno confirmar esta hipótesis con un análisis microeconómico de la industria, para eso necesitaría datos de ventas reales (no consignaciones disfrazadas de venta) y de balanza comercial de la industria. No tengo esos datos, pero intuyo que las conclusiones de un análisis de ese tipo serían extensibles al resto de las industrias de bienes culturales. Lo dejamos para después. Si alguien tiene los datos o sabe dónde encontrarlos agradeceré que me avisen.
El segundo es un problema para los lectores: ante una oferta tan variada y creciente ¿cómo hace un lector para decidir sus lecturas? Por supuesto que el planteo tiene un fuerte componente subjetivo y puede no tratarse en absoluto de un problema, si no de un inconveniente menor y trivial. Pero veamos algunos números.
Del estudio se desprende que en el país se producen cerca de 23.000 títulos (unos 90 millones de ejemplares), es decir: un poco menos de 2000 títulos mensuales. ¿Mucho? Bien, entonces restemos las ediciones de autor, los libros y fascículos que vienen con los diarios, las publicaciones institucionales y las que se distribuyen gratuitamente. Ok, nos queda el 37% del volumen de producción (unos 32 millones y medio de ejemplares) y 50% de los títulos, es decir unos 1.000 títulos al mes. De ese millar, 783 son novedades editoriales (78,3%), el resto corresponde a reimpresiones.
780 libros por mes son muchos, sigamos entonces depurando el número. De esos 780 títulos, 289 (37%) son libros de Ciencias Sociales, Humanidades y Derecho. Seguramente en este grupo hay muchas cosas interesantes, pero vamos a suponer que sólo nos interesa leer ficción, entonces nos concentramos en los 177 (22,7%) títulos mensuales que se publican. Recordemos que estamos dejando afuera libros interesantes de humanidades y ciencias sociales, ediciones de autor que pueden estar buenas y los libros que vienen con algunos diarios que también estamos dispuestos a leer (por ejemplo “Los 40 de Anagrama” que vienen con Página 12). Además no se computan los títulos importados. Siendo conservadores y haciendo una aproximación arbitraria, digamos que pueden existir unas 220 novedades editoriales mensuales que podrían resultarnos de interés. Pero pongámonos exigentes y supongamos que sólo nos interesa el 10% de esas novedades, es decir 22 títulos mensuales, que equivalen a 264 anuales.
Si esta estimación (burda y subjetiva) funcionase deberíamos leer aproximadamente dos libros cada tres días. Pero estamos contando solamente las novedades. Si además de esas novedades quisiéramos leer también clásicos y libros aparecidos en años anteriores, y además tuviésemos la intención de releer algunas cosas que nos gustaron, entonces el promedio requerido de lectura sería mayor. Difícil.
A la restricción presupuestaria del lector hay que agregarle las limitaciones de tiempo y espacio, es decir: aunque nos regalasen los libros, no alcanzaríamos a leer todos bien y almacenarlos sería un problema cada vez más grande. Entonces es necesario establecer un mecanismo de selección de lecturas resignándonos a la imposibilidad de leer todo lo que quisiéramos (esto no es un problema nuevo para nadie). Algunos criterios para el diseño de ese mecanismo:
- Los gustos literarios responden en gran parte a factores subjetivos, por lo tanto no todas las recomendaciones deben ser tenidas en cuenta, dar prioridad a las de gente con la que compartamos opinión sobre varios libros.
- Si nos gustó mucho un autor, seguramente nos gustarán los autores que influyeron en su formación.
- Los blogs de lectores aficionados suelen ser mejor guía que las reseñas de los críticos en suplementos culturales.
- Los diseños de tapa, los textos de contratapa y la mayoría de las reseñas en Ñ son meras operaciones de marketing, sugiero no tenerlas en cuenta.
- El test de la página 69 u otros similares pueden ayudar. Un ejemplo.
- Ante la duda los clásicos nunca fallan.
- Si no estudiás letras es probable que los artículos académicos no sean una buena guía.
…si a alguien se le ocurre otro tip lo invito a dejarlo en los comentarios.
Tal vez el más obvio: preguntá al librero amigo (no al empleado de la cadena de librerías que, sin desmerecerlos porque seguramente habrá muchos lectores entre ellos, por lo general no tienen idea de lo que -intentan- vender). Si por casualidad das con un buen librero, entablás una relación del tipo psicologo-paciente, de esas que duran años. Así, logra conocer tus gustos y, además, podés conseguir alguna rebaja…
Lo de Ñ es cierto, admito. Pero a veces surgen buenas ideas de los lugares menos pensados.
Abrazo!
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Es cierto Matías, los libreros suelen hacer buenas recmendaciones, lástima que quedan pocos libreros posta. Abrazo
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