#22F (1978)

Mañana, 22 de febrero, es mi cumpleaños. Como el mismo día cumple mi sobrino habíamos organizado un asado familiar en casa de mis padres, pero esta semana se acordaron de que su religión les impide comer carne los viernes de esta época y desarmaron todo. Un garrón. Al margen de eso es la primera vez en 4 o 5 años que voy a pasar mi cumpleaños en Mendoza. Además es el primero que voy a pasar con mi hijo, eso también está bueno.  Sin embargo, y al margen del asado trunco, quiero que pase rápido, que no se note, que termine de una vez. Odio mi cumpleaños porque está muy ligado a muchas desilusiones.
Cuando era niño mi familia y yo vivíamos en un departamento chico en el centro y por eso me festejaban los cumpleaños en la casa de mi abuela materna, en Dorrego. Del primero y segundo año no me acuerdo nada, sé que los festejaron ahí por que vi  fotos. Del tercero no sé nada. Pero sí tengo algunos recuerdos de cuando cumplí cuatro años: el patio, los niños, globos, mi abuelo, y algunas otras imágenes sueltas. Debe ser uno de los primeros recuerdos que tengo. Ese día mi madre le había pedido a todos los familiares que me regalaran ropa, y eso hicieron, no había recibido un solo juguete en todo el día. Pero a la tarde empezaron a llegar niños, supongo que serían compañeros de la guardería e hijos de amigos de mis padres, y todos traían de regalo juguetes. Un chico de remera roja me regaló una carreta con caballos y cowboys, otro un auto, y otro muy chiquito con jardinera amarilla me regaló un Play Mobil, esos son los regalos que más recuerdo, pero creo que hubo más juguetes. Yo esperaba más ropa y los juguetes que me trajeron fueron una hermosa sorpresa. No recuerdo muy bien qué pasó en los años siguientes, pero a partir de ese día (debe haber sido 1978) relacioné mi cumpleaños con gratas sorpresas.

Pasaron los años, crecí y tomé conciencia de que cada vez era más difícil ser sorprendido, sin embargo seguía esperando sorpresas para mi cumpleaños. No desayunos de plástico por delivery, ni festejos organizados en la clandestinidad, ni llamados desde el exterior, ese tipo de cosas no son para mí; lo que esperaba era que alguien me diese lo que quería sin pedirlo, como en mi cumpleaños de 4. Por supuesto que mis deseos, ambiciones y aspiraciones evolucionaron hasta alcanzar tal grado de subjetividad que nadie va a poder sorprenderme jamás. Pero como en el fondo soy un pobre imbécil que sigue creyendo en los milagros, hasta último momento espero eso que soy incapaz de conseguir por mis propios medios. Y a la vez, sabiendo que mis necesidades y deseos distan de proyectarse sobre objetos concretos y comercializables, de antemano sé que me voy a desilusionar.
Por eso odio mi cumpleaños, porque puedo adivinar el tamaño de la desilusión (y este año va a ser grande dadas las proporciones de mis necesidades concretas), porque no entiendo bien de qué se trata todo eso de que gente a la que en realidad le interesás un carajo te mande SMS por celular, o que personas que no viste en tu vida te dejen mensajes en facebook, o que los que te quieren de verdad se esfuercen en vano por hacer algo para que, por lo menos (solamente) ese día, creas que te sentís mejor a pesar de toda la mierda en la que estás enterrado hasta el cuello. Por eso y porque nunca va a volver a haber un cumpleaños como aquel de 1978 en el patio de la casa de mi abuela, cuando me regalaron esa carreta de cowboys hermosa con caballos y muñequitos de colores.

4 Comentarios

  1. Pero dejate de joderrrr! Los tenés a Santucho y a Mariana siempre, incluso el día de tu cumpleaños.
    ¡Feliz cumpleaños a Pereyra!
    A vos no, por amargo.

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  2. Un amigo metió en cana a su mujer el día que ella cumplía años. Ella no había hecho nada. Solo lo bancaba y sabía que él escribía en un blog de pueblo grande. El muy boludo rebanaba historias en contra de los grandes en forma anónima. El día de su cumpleaños recibió un allanamiento y los encanaron 5 dias porque el infeliz tiró a la pileta la computadora. También fue su hijo en cana. Mejor promedio de la escuela.
    Todavía lo festejan. Están convencidos que los cumpleaños son para la familia, no para uno. Abrazo.

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