Diario del Mundial (XIII)

Esta vez decidí resignar en el primer turno Inglaterra – Costa Rica, uno estaba clasificado y el otro eliminado. No me equivoqué, ni siquiera dejaron goles para ver más tarde, se despidió un buen equipo, clasificó primero la cenicienta del grupo de la muerte.
Del segundo turno descarté Colombia – Japón, partido que, previsiblemente, ganó Colombia 4-1 contra un equipo que exhibió el nivel futbolístico de cualquier club del ascenso argentino. El equipo de Pekerman se clasificó con puntaje ideal en un grupo que no le exigió demasiado, parecido al que le tocó a Argentina.

Lo que sí vi fue Uruguay – Italia, el partido de la vergüenza. A Italia le convenía el empate, por lo que aprovechó la experiencia y la superioridad técnica de sus jugadores para dormir el partido. Ante lo soporífero del trámite, me dediqué a observar atentamente a Andrea Pirlo, ese veterano mediocampista italiano de barba tupida y comportamiento enigmático que llamó tanto la atención de quienes descubrieron el fútbol recién en este mundial. El hombre del Juventus es un jugador raro, exquisito pero triste; me gustaría, de hecho, escribir sobre su juego melancólico y prolijo, pero gracias al feroz robo perpetrado por un pésimo árbitro mexicano contra el seleccionado italiano, me veo obligado a hablar aquí de la selección uruguaya, otro equipo sobredimensionado por el entusiasmo del periodismo nac&pop de la TV Pública y de los promotores de ese artificio geográfico bautizado absurdamente como «Hermandad Latinoamericana». El equipo de Tabárez ganó 1 a 0 con un gol de cabeza que Godín convirtió después de que Rodríguez favoreciera a su equipo con dos errores groseros. Primero expulsó a Marchisio por una falta que no era de expulsión, con el mismo criterio, en el primer tiempo, debieron ver la tarjeta roja Balotelli, Pereyra y el mismo Godín. Italia, con 10 hombres se replegó, y aguantó como pudo los embates uruguayos por arriba. Diez minutos después, no conforme con arruinar el partido, el juez se desentendió de una jugada en la que Suarez mordió a Chiellini en el hombro (en fútbol no están permitidas las dentelladas al rival), y lo dejó seguir en la cancha. Un minuto más tarde Godín metió el gol del triunfo. Y eso fue todo. Italia se queda en primera ronda por segunda vez consecutiva.

Canibal
Canibalismo en la copa del mundo

Es curioso el tratamiento periodístico que se le da a Uruguay, una selección que ganó dos campeonatos mundiales y sin embargo es considerada humilde y débil. Si, en lugar de favorecer a los uruguayos, los errores arbitrales hubiesen beneficiado a Brasil, Inglaterra, Alemania o a la misma Italia, estaríamos hablando de la disposición de la FIFA para allanarle el camino hacia los octavos de final a las potencias futbolísticas. No obstante, estuve toda la tarde escuchando elogios al heroísmo uruguayo, a la garra charrúa e, inclusive, al buen partido que hizo. Yo sé que Uruguay es un país al que miramos con simpatía, al que consideramos hermanos, al que le perdonamos que sus presidentes insulten en off a los nuestros y a cuyo amarrete presidente hemos convertido en un personaje querible; todo eso me parece muy bien, pero creo que, en este caso, no se puede dejar de señalar que si su selección de fútbol está en octavos de final es gracias a la ayuda arbitral, porque su equipo no es más que un conjunto de picapiedras que se dedican a tirarle pelotazos a un caníbal con buena puntería.

Samaras

 

Costa de Marfil jugaba contra Grecia por la tarde, un empate le alcanzaba para clasificar, siempre y cuando Japón no le ganase a Colombia. Las remotas probabilidades del triunfo nipón y el rendimiento griego en los partidos previos le daban cierta tranquilidad a los africano, que salieron a empatar. Grecia, en cambio, salió con un planteo que sorprendió por su audacia, teniendo en cuenta lo que había demostrado contra Colombia y Japón. Creo que Costa de Marfil subestimó a su rival, se durmió un defensor, regaló una pelota y le embocaron un golazo. En el segundo tiempo pudo aumentar Grecia de contragolpe y Costa de Marfil se desesperó al punto de poner 4 delanteros en la cancha. Jugaba mal pero iba, lo pudo liquidar Grecia, pero a falta de 15′ logró empatarlo Bony. Los marfilenses sacaron a Drogba y se replegaron, a los griegos se los veía resignados, después de todo habían hecho un mal mundial, ya no aguantaban el clima brasilero y el tipo de cambio no les convenía, volverse era una gran opción. Pero cuando se jugaba tiempo de descuento Samaras, el mejor jugador griego, entró en el área sin demasiada convicción ni peligro y le dieron una patada. Penal jodido de cobrar, por suerte para los europeos el árbitro no era mexicano y lo sancionó sin dudar. El mismo Samaras fue el encargado de patear y convertir. 2 a 1 ganó Grecia y, sorpresivamente, se clasificó a octavos de final para jugar contra Costa Rica, un partido inesperado. Grecia no mereció clasificar, pero a decir verdad Japón y Costa de Marfil tampoco. Era un grupo fácil que, paradójicamente, se cruza con el de la muerte en octavos. En la otra llave van a jugar Uruguay, que como dijimos, clasificó gracias al árbitro, y Colombia que, aunque sus rivales carecían de nivel, demostró ser un excelente equipo y no debería tener problemas en hacer justicia mandando a Uruguay de vuelta.

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