Insomnio (VII)

Lunes: Apareció, o mejor dicho: reapareció, Ivo Cutzarida, galán de telenovelas de los 90′. Desde hace un par de días se pasea por programas de T.V. y radio hablando sobre inseguridad. No estoy al tanto de qué fue lo que le pasó a Ivo, pero está más canoso, más pelado y, sobre todo, recaliente con el crecimiento de robos y asesinatos. Cada tanto pasa, aparece alguien con cierto grado de exposición enojado  y los programas de T.V. lo ponen a hablar de inseguridad. No importa si es abogado, actor, futbolista, periodista o carpintero; si es famoso y habla de inseguridad hay que ponerlo, no lo entiendo, pero bueno es así.
El tema de la seguridad presenta la paradoja de ser el tópico más debatido y menos estudiado de todos los que conforman la problemática social en este país. Se habla mucho y se analiza poco. Lo único que se puede decir es que se trata de algo demasiado complejo para que la mediocridad y la haraganería de nuestra clase política puedan darle solución. En un país con un sistema penitenciario colapsado, con fuerzas policiales más corruptas que Boudou, con el 25% de la población pobre, con un sistema judicial ineficiente y colapsado, una clase política que financia sus campañas con dinero del narcotráfico, legisladores que en el mercado laboral tradicional aspirarían a ser data entry y un juez de la Corte Suprema de Justicia involucrado en el negocio de la prostitución, no se puede esperar que el Estado garantice la seguridad de los civiles. La inseguridad no es un problema, es la convergencia de muchísimos problemas que no sabemos cómo solucionar. Mientras tanto se hablan boludeces todo el tiempo: «hay que endurecer las leyes»; «hay que instaurar la pena de muerte»; «mientras más pobres más delincuentes»; «es un problema de educación»; «los delincuentes son víctimas de los 90»; «hay que poner más policías»…y miles de eslóganes más, repetidos hasta el hartazgo en la televisión por tipos que viven con seguridad privada en predios cerrados. No se puede hacer nada, no se sabe qué hacer, no conocemos el problema, no lo entendemos, por eso creo que lo mejor es dejar de hablar de algo que escapa a nuestra comprensión.

Martes: Víctor Hugo Morales se volvió kirchnerista en algún momento del 2009, en pleno debate por la Ley de Grilla (también conocida como Ley de Medios). Lo terminó de convencer una charla radial con Kirchner, en donde el extinto ex presidente negó que el origen de su fortuna fuese ilegal y Victor Hugo le creyó. Desde entonces además de entusiasta defensor del gobierno, el periodista uruguayo se convirtió en blanco de críticas y denuncias por parte de políticos opositores, medios no oficialistas y votantes antikirchneristas en general. Esta semana, después de haber defendido a Boudou, a Moreno y a Milani, trepó un escalón más en su obstinado ascenso hacia la cima de la ridiculez diciendo que estaba bárbaro vivir en la Villa 31 porque el laburo quedaba cerca y sus habitantes podían ir al cine Gaumont. Ante el grado de absurdo y grotesco de tal opinión, todos los medios, políticos y personas normales más o menos anti oficialistas salieron a repudiarlo y ridiculizarlo como era previsible, del lado kirchnerista del mostrador sólo se percibió un piadoso silencio. No creo que las declaraciones de Víctor Hugo provengan del cinismo o de convicciones ideológicas sustentadas, son simplemente conceptos vertidos desde la ignorancia y la desinformación. Cuando en 2008, desde el mismo lugar, Víctor Hugo hablaba a favor de la lucha de los productores rurales contra la famosa resolución 125 sobre retenciones móviles a las exportaciones agropecuarias, era considerado por los mismos sectores que hoy lo defenestran, como un incansable luchador por la justicia y la democracia. ¿Qué pasaría si el hoy héroe de la moral democrática, la ética y la honestidad, Jorge Lanata, se convirtiera de repente en militante de causas kirchneristas? Probablemente lo mismo que ocurrió con VHM: pasaría, en el imaginario colectivo del antikirchnerismo acérrimo, de paladín de la patria a corrupto genuflexo de un día para otro. El gran problema es que se sobrevalora a ciertos personajes por coincidencias circunstanciales con ciertos posicionamientos políticos e ideológicos. No se tiene en cuenta que todo se hace por dinero, es laburo, nada más. Víctor Hugo es un excelente relator de partidos de fútbol, un buen locutor radial y un melómano empedernido; su manifiesta ignorancia en materia de política, economía, sociología e historia, apenas disimulada por la voz elegante y el discurso pausado y correcto, hacen que sus opiniones en estos campos sean totalmente irrelevantes, pero el hecho de haberse alineado al kirchnerismo lo convierten en el blanco perfecto de la indignación tilinga, sobre todo cuando habla sin saber.

Villa 31

Miércoles: Navegando al azar por internet descubro una web fascinante, se llama Our World in Data (nuestro mundo en datos) y tiene información estadística de largo plazo de todo el mundo. Ojalá hubiese tenido esta herramienta cuando estudiaba en la facultad, me hubiese ahorrado muchísimo tiempo (sobre todo para la monografía final de Estadística II). Sin embargo la observación y manipulación de las estadísticas que se exhiben en esa web sigue siendo fascinante aunque ya no me sirva para nada.
Un simple recorrido por algunos indicadores basta para sacar una conclusión irrefutable: el mundo, a contramano de lo que suelen expresar algunos argumentos lapidarios sobre el futuro, mejora en forma sostenida y continua desde hace siglos. Cualquier persona puede argumentar que la vida aquí es cada vez más miserable basándose en su propia experiencia individual limitada y sesgada, y a su visión del mundo; pero las tendencias estadísticas de largo plazo son incuestionables:
– La expectativa de vida ha aumentado desde alrededor de 28 años (promedio) en 1560 a 70 (promedio) en 2012. Inclusive en países menos favorecidos, como Kenya, la expectativa de vida hay ido de 25 en 1800 a 60 en 2012. Vivimos más.
– El porcentaje de la población global viviendo en condiciones de pobreza bajó del 94% en 1730, al 25% en 2010; inclusive bajó entre 1990 y 2010 del 51% al 25%. Esto contando regiones atrasadas como África.
– La mortalidad infantil bajó de alrededor de 300 por mil (muertos antes del año) en 1836 a menos de 3,6 por mil en 2010.
– La proporción alfabetizada de la población ha pasado de menos del 10% en promedio en 1475 a cerca de 90% en 2010.
Las enfermedades han disminuido, las libertades individuales han aumentado inclusive en regímenes autoritarios, los derechos civiles se han ampliado, los muertos en guerras han disminuido drásticamente inclusive frente a los recientes conflictos bélicos. Esto para empezar, se puede hacer cualquier revisión, inclusive cualitativa. La calidad de vida ha ido aumentando a lo largo de los siglos. El mundo ha mejorado mucho, inclusive si miramos de 1980 a hoy; y todo parece indicar que seguirá mejorando. El gran problema es que nuestra vida es demasiado corta y nuestra paciencia demasiado escasa como para evaluar estas mejoras, este hecho suele justificar visiones apocalípticas y libros delirantes como el de Piketty. Pero nuestros hijos vivirán mejor, pese a nuestras percepciones erróneas.

Jueves: Viajo a San Luis por la mañana y vuelvo por la noche. En los 10 años que han pasado desde la última vez que visité la provincia se construyó un estadio de fútbol que no tiene nada que envidiarle a Vélez, levantaron una ciudad hermosa en el medio de la nada, hicieron una Universidad Provincial ligada al desarrollo de industrias de alto valor agregado, habilitaron una nueva terminal de ómnibus mucho más cómoda y funcional que cualquier aeropuerto provincial, tendieron cientos de kilómetros de autopistas, pusieron wi-fi gratis en toda la provincia (no es una locura pero funciona mejor que el 3G de cualquier compañía de telefonía móvil), construyeron 20 escuelas digitales en zonas rurales, una nueva casa de gobierno, mucha infraestructura turística, etc. Nada mal. Se puede argumentar que durante 20 años San Luis gozó de ventajas impositivas por la famosa «promoción industrial», Catamarca y La Rioja también la tuvieron y siguen estancadas. Se podrá decir que se trata de un gobierno cuasi-feudal en el que las libertades individuales están restringidas, Formosa y Santiago tienen regímenes parecidos y siguen estancadas. Se puede apelar al creciente papel del Estado en la economía regional, los estados de Chaco, Formosa, La Rioja, Catamarca y Santiago del Estero tienen participaciones similares o mayores y no veo que se hayan desarrollado mucho. San Luis no es Mendoza, pero va a ser mejor en unos años, tiene un proyecto a futuro y, con errores y aciertos, lo pusieron en marcha; aquí seguimos viviendo de lo mismo desde hace 150 años: la montaña, la acequia y el vino. Tal vez deberíamos criticar menos, aguantar el resentimiento, tragarnos el desprecio, guardar el orgullo y aprender más de los aspectos positivos de ciertas experiencias.

Viernes: Hojeando una revista kirchnerista vieja (7 u 8 meses) leo un artículo sobre la supuesta renovación del interés popular por la política, no hay estadísticas, no hay testimonios, no hay encuestas, sólo se expone la percepción de la autora acerca de un «clima de época». Me permito dudar. ¿Es así? ¿Realmente «volvió la política a la mesa de los argentinos»? Le pregunto a algunas personas, algunos dicen que sí, otros se ríen. La pregunta está mal, el argumento es muy vago. ¿Qué es «la política» que volvió? ¿Las quejas de los eternos anti-oficialistas en Twitter? ¿Los belivers-k intercambiando fragmentos del relato en los blogs? ¿El gorilaje Anti-K y los data-entry de La Cámpora insultándose en los foros de los diarios online? ¿Quince «amigos» compartiendo consignas de Paka-Paka en sus muros de Facebook? A mí no me parece que haya vuelto nada, solamente se han multiplicado los medios por el que circulan ciertos discursos, los han hecho visibles, pero los discursos siguen siendo tan superficiales y grotesco como cuando se expresaban únicamente durante alguna reunión familiar o de amigos. Lo mismo vale para el supuesto crecimiento del interés de «la juventud» por la política. Quizás se confunde un fenómeno de soporte y medios con una revolución de ideas, conceptos y contenidos.

MK

Sábado: Por la mañana, temprano, pierden Los Pumas con Australia. Por la noche, tarde, pierde otra vez Maidana contra Mayweather. Ambas derrotas muy dignas. En Twitter, casi toda la parte argentina de mi time-line se burla del término «derrota digna». Quizás algunas time-lines funcionen como muestras muy pequeñas, no de la sociedad, pero sí de ciertos sectores o subculturas. Me gusta verlo así. La mía visibiliza algunas taras triunfalistas seguramente adquiridas del fútbol. Detrás de la ironía respecto de la «derrota digna» se oculta el desprecio por el que pierde, el condicionamiento unilateral para considerar exitoso a otro, y quizás cierta hipocresía. No me excluyo, los seres humanos somos así de crueles. Y a veces sufrimos esa crueldad en carne propia, damos todo y no alcanza, nos sentimos conformes con lo que hicimos, pero la satisfacción personal se diluye ante la indiferencia o la desaprobación del otro. Estamos solos, más de lo que creemos.

Domingo: Un domingo deprimente cierra una semana rara, movida, un poco estimulante y un poco decepcionante. Mientras en Buenos Aires un diluvio obliga a suspender partidos de fútbol, acá un sol radiante ayuda a disipar los últimos fríos de este invierno vacilante y timorato. Pienso en cosas, me acuerdo de gente que no volví a ver, de cosas insignificantes, boludeces. Miro por la ventana mientras fumo (siempre fumo en la ventana), en el patio de la escuela de abajo unos pibes juegan al fútbol, juegan muy mal, pero supongo que la pasan bien, me gustaría bajar y pedirles que me inviten a jugar. Atardece. Hoy es uno de esos días en los que es mejor no pensar mucho. Prendo la tele y la computadora, me dispongo a organizar la semana, no hay mucho para organizar, solamente mandar algunos mails, hacer un par de llamadas, buscar laburo, lo de siempre, bah. En la tele otra vez Cutzarida, me cansan estas cosas. Apago y me pongo a leer un rato.

Nada más. Buena semana.

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