Diario de un mal año (1)
12/06/2017 – Lunes
Empiezo Cómo leer y porqué (2001) de Harold Bloom, una especie de apéndice simplificado (al estilo for dummies) de El Cánon Occidental (1994). Todo bien con Bloom, tiene argumentos interesantes, pero la intensidad de su admiración por Shakespeare lo lleva a comparar y clasificar a todos los escritores en relación con él, y en menor medida con Cervantes. Para Bloom la calidad de un texto está dada fundamentalmente por la distancia que, según él, separe a ese texto de Shakespeare. El fanatismo anula cualquier argumento, por válido que sea, sobre fútbol, política o religión, y un poco también sobre literatura. Prefiero al viejo y querido Terry Eagleton.
13/06/2017 – Martes
Me encuentro con Terraza para charlar un rato, buscamos bar en las inmediaciones del centro, no encontramos nada. En Mendoza faltan bares apacibles en los que esconderse a leer o a charlar tranquilo. Todo lo que hay está diseñado para exponerse, para mostrarse. Terminamos en Pardo, un tugurio sórdido y ruidoso en calle San Juan, que sobrevive gracias a veinteañeros entusiastas y sin recursos suficientes para emborracharse en calle Arístides Villanueva. De todos modos tiene mejores precios que cualquier café del centro, es algo. Cuando empieza el ruido nos vamos.
14/06/2017 – Miércoles
Alguien sube a Facebook la captura de pantalla de una noticia de ayer en el portal de TN. El título dice: «Día del escritor: porqué se celebra hoy en la Argentina» y en el copete de la nota una sorpresa: «La fecha homenajea una pluma reconocida de nuestro país, que ganó el Premio Nobel de Literatura en 1924.» Es decir: según TN el nobel de literatura de 1924 fue para Leopoldo Lugones y no para el polaco Władysław Reymont, inquietante. Cuando busco la nota ya han corregido el error y han reemplazado «Premio Nobel de Literatura» por «Premio Nacional«. Evidentemente no es un error de tipeo. Nadie firma la nota.
Internet está derrumbando los argumentos de la rigurosidad y del chequeo estricto de fuentes del que se suelen jactar los periodistas conservadores.
15/06/2017 – Jueves
El combustible de las redes sociales está compuesto de odio, narcisismo, resentimiento, indignación y, claramente, pulsión sexual; sin embargo hay un elemento sin el cuál éstas ya habrían desaparecido: la necesidad eternamente insatisfecha de amor, de atención, de aprobación ajena. De otro modo no se explica que incluso los neo-conservadores anti-internet sobreactúen su hipotético desprecio hacia las redes sociales desde sus muros de Facebook o desde sus cuentas de Twitter.
16/06/2017 – Viernes
Llevo a mi hijo a la escuela y quedo atrapado en un acto de conmemoración a Güemes. El homenaje sobrio y breve consiste en la lectura de un texto formal y medido que exalta el papel de Güemes en las guerras por la independencia y hace una breve referencia a su paso por la gobernación de Salta, todo en un tono ceremonioso y acartonado que debe haber aburrido muchísimo a los alumnos. Después leen un poema solemne, hiperbólico y previsible dedicado al prócer salteño. No hay representaciones de alumnos, no hay música, no hay decorados, sólo un texto aburrido y un poema mediocre, así deberían haber sido siempre todos los actos escolares de conmemoración de fechas patrias. Finalmente el director de la escuela explica que a Güemes se lo conoce poco porque su muerte se celebra en las escuelas desde hace sólo dos años. Vuelvo pensando que a San Martín, a los héroes de la Independencia y la Revolución, y a Belgrano, entre otros, se los conmemora desde hace más de un siglo en las escuelas y no por eso los alumnos saben mucho de esos hitos y personajes, al menos no mucho más que de Güemes.
Por la tarde voy a la presentación del libro de Marcelo Padilla. El esquema es el tradicional: el autor y un par de lectores sentados a una mesa, el público enfrente, escuchando en respetuoso silencio pero sin prestar mucha atención a lo que dicen o leen los disertantes, esperando que termine rápido esa fase formal de la presentación para levantarse de sus asientos a charlar con otra gente. He asistido a cientos (no exagero) de presentaciones de libros y sigo sin entender los motivos de la representación solemne y artificial que se pone en marcha. Después sí, viene lo interesante para el autor/editor (vender sus libros, ser saludado) y para los asistentes (comprar el libro, charlar con otra gente, fotografiarse con el autor). Habría que pensar una manera innovadora de presentar libros. De todos modos la exposición de Gastón Ortiz B. sobre el libro es sólida y muy interesante, la disfruto.
17/06/2017 – Sábado
A Güemes se lo relaciona inmediatamente con su ejército de gauchos, gauchos patriotas y generosos, dispuestos a dar la vida por independizar al país de los realistas, al menos eso dice la historia oficial, siempre tan propensa a exagerar las cualidades patrióticas de los primeros ejércitos. ¿Qué distancia hay entre aquellos gauchos patriotas, heroicos y gloriosos de Güemes y el desertor asesino Martín Fierro, que prefirió convertirse en fugitivo antes de pelear para otros? En principio más de 1.000 kilómetros y 50 años. Además la historia: Rosas, Urquiza, Sarmiento… pero ¿cuál es el que más se acerca al estereotipo nacional del gaucho? A mí el término me remite inmediatamente al héroe de Hernández que, claro está, es un personaje literario, pero algo debe representar. Unos son parte de la historia, el otro es sólo ficción literaria pero, como todos saben, la historia la escriben los que ganan, a los que pierden les queda la literatura, de algún modo ambas mienten.
Aprovecho el calor que dejó el zonda y la tarde soleada para ir hasta la Alameda. Tomo una cerveza con Taglia. Me traigo una edición de Don Quijote más portátil que la mía (decir “de bolsillo” sería casi estúpido), pienso releerlo pronto, pero mi edición enorme y con tapas duras no cabe en ninguna mochila. También le compro una edición vieja de El buen soldado, de Ford Madox Ford, traducida por Pitol, una joya.
Taglia hace referencia a cierta relación entre un poema suyo y el cuento La Condena, de Kafka; recuerdo haberlo leído con mucho placer, incluso más de una vez, pero me doy cuenta de que el argumento se ha borrado por completo de mi memoria. Vuelvo caminando a mi casa tratando de recordar la trama, pero se me confunde con Ante la Ley y con pasajes de El Proceso. Me rindo y cuando llego lo busco en la edición de Losada de sus Cuentos Completos, dentro del libro encuentro un viejo boleto de la línea Sarmiento: Moreno-Once, lunes 8 de setiembre de 2008, 10:43 a.m., muy anterior a la tragedia de Once, lo uso para marcar la página del relato y me pongo a ver Aldosivi – Boca por el torneo de la kafkiana Primera División Argentina.
18/06/2017 – Domingo
Por la mañana le comento a Grasso por chat mis dudas sobre el hueco que separa a Martín Fierro y a los gauchos salteños de Güemes. Grasso me dice que, en todo caso, a él no le interesa Martín Fierro porque es un llorón, la figura interesante es Cruz. Estoy de acuerdo, Cruz tiene la prudencia y el decoro de morir en el destierro, Martín Fierro vuelve y sigue quejándose. Grasso me dice que de alguna manera Fierro termina acordando con Vizcacha, inmediatamente pienso en los consejos de Vizcacha que nos enseñan desde niños. Curioso personaje Vizcacha, con el tiempo devino en superyó de los argentinos.
Mientras leo cosas sueltas en internet escucho de fondo la entrega de los premios televisivos que llevan, casualmente, el nombre del personaje de Hernández. La gente de la TV se junta una vez al año a comer y a autohomenajearse, toda una clase social con sus burocracias, sus instancias de legitimación, sus códigos y sus jerarquías, viviendo en sus nubes de pedos, creyendo que son importantes, sin saber que internet se los llevará puestos en menos de un lustro, recuerdan a la famosa orquesta del Titanic.
(Imagen: «Fierro y Cruz», óleo sobre tela de Carlos Ferreyra)