Diario de un mal año (4)

Diario de un mal año (4)

03-07/2017 – Lunes

Por la noche, cuando ya el día entero parecía perdido, entro a Twitter y alguien ha ilustrado un twitt con una foto de Philip Jones Griffiths: “A rainy night in Oxford Street”(1960). La había visto varias veces antes, incluso creo haberla subido a Facebook, pero gracias al buscador por imágenes de Google encuentro el título, el fotógrafo y la ubico espacial y temporalmente. Es genial, la busco en tamaño grande y la guardo.
Me gusta la época, la calle mojada, la noche, y no tanto la pareja del primer plano como el hombre solo que camina hacia la cámara más atrás. ¿Quién es? ¿A dónde va? ¿Qué piensa y siente al caminar solo en una noche lluviosa por la calle semidesierta de una ciudad? ¿Qué fue de su vida? Las luces, las marcas de época, la lluvia, los reflejos, todo parece estar hecho para explicar a ese hombre ahí. Y además, si el foco está en la pareja, en el amor, en ese abrazo bajo la lluvia, ¿por qué a mí me llama la atención ese hombre?

 

04/07/2017 – Martes

Paso la mañana ordenando un viejo trabajo sobre el mercado laboral de Mendoza. Actualizo algunos datos y reviso lo que tengo escrito, es un trabajo que me encargaron en 2015 y nunca me pagaron, no será el primero ni el último que me queda sin cobrar, por eso creo que no sirvo para la consultoría, para el trabajo independiente y esas cosas, no soy un buen freelance.
Arreglo un poco el trabajo, pienso subirlo, junto con otros que no me pagaron, a internet. ¿Para qué? No sé, de eso se nutre internet, al menos su costado más interesante, gente subiendo cosas que nadie le pidió, sin saber bien porqué lo hace.

Por la tarde llego a una biblioteca digital que reúne miles de libros para niños editados en los veinte años posteriores a la Revolución Soviética. Por supuesto que no entiendo nada de los textos, sin embargo la estética de esos libros es potente y dice mucho. Me demoro mirándolos mientras escucho un disco de Spinetta.

 

05/07/2017 – Miércoles

Hay cosas para las que, a pesar de prepararnos toda la vida, nunca estamos preparados. La sensación es algo como ver venir la trompada en cámara lenta y no poder sustraer a tiempo la mandíbula.
Hoy no ha sido un buen día.
Mientras cruzaba la terminal, después de tomar una cerveza con un amigo, me acordé de Céline: «Aquí estamos solos otra vez. Es todo tan lento, tan pesado, tan triste… Pronto seré viejo. Y por fin se habrá acabado.» Así empieza Muerte a Crédito, su novela de educación sentimental, una de las mejores del siglo XX, debería volver a leerla.

06/07/2017 – Jueves

Apenas entro en las redes sociales encuentro la noticia sobre la designación de una “Directora de movilidad en Bicicleta”. Es una chica de 29 años que va a cobrar más de 60 mil pesos por mes. La gente, con razón, oscila entre la burla resignada y la indignación, es absurdo. Leo la resolución en el Boletín Oficial y me entero que la nueva dirección depende a su vez de la “Dirección Nacional de Transporte no motorizado” del Ministerio de Transporte de la Nación. ¿Qué regula esa dirección además del transporte en bicicleta a cargo de la nueva directora? Todo tipo de movilidad no motorizada: triciclos, skates, tracción a sangre en donde esté permitido, etc. Tal vez también a los peatones. Más absurdo todavía.
Inmediatamente me acuerdo de la designación de Ricardo Forster en la “Secretaría de Coordinación Estratégica para el Pensamiento Nacional”, cuando la crearon un amigo, para abreviar, le decía “Secretaría de Facismo”, me hubiese gustado ocupar esa secretaría durante un par de años, también me gustaría ser director nacional de bicicletas. Creo que no desentonaría, quizás subestimo el puesto.
Hacia la tarde-noche empiezan a aparecer los primeros twitts a favor de una dirección de movilidad en bicicletas. Los argumentos tienen que ver con el futuro y con la ecología, dos cosas que en Argentina están lejos de existir.

07/07/2017 – Viernes

Buscando videos sobre Lugones en YouTube encuentro uno en donde Daniela Horovitz interpreta un poema incluído en Las Montañas de Oro, me gusta como queda, de alguna manera actualiza a Lugones, lo pone en otro lugar de mi propio imaginario. Después reviso otros videos de Horovitz y veo que no sólo se dedica a musicalizar a Lugones, también le pone música Storni, a Girondo, a Poe y a San Juan de la Cruz entre otros. Tiene altibajos, pero está bastante bien, no me gustó la intervención sobre El Corazón de las Tinieblas de Conrad, pero el resto sí. Qué gran invento es YouTube.

Por la noche miro la película El otro hermano, basada en la novela de Carlos Busqued Bajo este sol tremendo. La miro a instancias de Grasso que me había adelantado algo. El subtítulo de la película (Nada más peligroso que un hombre común) ya se aleja de la novela en la cual ningún personaje parece “común”. La película tiene varios problemas además del subtítulo, entre ellos la actuación de Daniel Hendler, aunque eso no es problema de Hendler sino del que adaptó el libro. Pero básicamente es una película hecha para un espectador que no leyó y que no va a leer nunca la novela. Recomiendo esto último.

08/07/2017 – Sábado

Por la tarde voy a visitar a Bustamante, que está viviendo en la calle O’Higgins de Godoy Cruz, a 25 cuadras de mi casa, a pesar de la distancia y el frío decido caminar. Voy por San Martín y subo por Irigoyen hasta donde termina, hace varios años que no caminaba por esa calle, no ha cambiado demasiado. Pasamos la tarde degustando unas cervezas artesanales, charlando de todo un poco y atendiendo a los clientes que vienen por los libros que quedan de la Librería Pájaros.
Bustamante está intentando trazar un mapa algo ambicioso, una especie de canon poético argentino para un periodo demasiado extenso: desde «Juan L. Ortiz a la fecha». Teniendo en cuenta que el primer libro de Juan L., El agua y la noche, es de 1933 la tarea parece desmesurada. Bustamante señala ciertos nombres, concuerdo en varios, saco algunos y propongo a otros, el recorrido no puede prescindir de la subjetividad. Convenimos que sería mejor empezar por los 60’ o por los 70’. Creo también que “hasta nuestros días” es demasiado, se podría hacer hasta 1996, parar en Punctum de Gambarotta y, tal vez, no recorrer autores sino libros. Como sea, cualquier canon, cualquier lista, cualquier antología habla más de las ausencias que de las presencias.
De todos modos, hay algo que me atrae en esas trayectorias subjetivas de lecturas, sobre todo de quienes leen mucho y bien, como la que hace Moyano en una entrevista reciente.

09/07/2017 – Domingo

Leo en Infobae una entrevista a Hernán Casciari a propósito del relanzamiento de su revista Orsai. Leí algunas de las revistas de la edición anterior y no me parecen nada extraordinario, buen papel, lindas ilustraciones, no hay publicidad, pero contenido gris, aburrido, anacrónico. Ahora Casciari dice que va a vender la revista a $510 por una cuestión de fetiche. Si es por fetiche, con ese dinero uno puede suscribirse por 3 meses a The New Yorker y recibir la revista en Argentina, comprar un libro de Thomas Pynchon o el Finnegans Wake de Joyce. No hay mucho para pensar.
Después Casciari habla de lo bien que hace las cosas él y de lo mal que lo hacen las editoriales, él le paga a tiempo al imprentero (que al parecer llora de felicidad), a sus autores, fotógrafos e ilustradores; después empieza a comparar su negocio personal con el de una editorial, habla de porcentajes, derechos de autor y cosas que aparentemente no entiende bien.
Casciari me parece un tipo audaz, quizás innovador, respeto su perfil autogestivo y, aunque en lo personal me gusta muy poco lo que escribe, hay que valorar que mantenga vivos proyectos relacionados con la escritura. Pero me llama la atención esa parte en donde despotrica un poco contra los contenidos digitales, siendo que le debe todo lo que es a la existencia de internet.

Después veo un documental sobre un barrio del conurbano bonaerense con Juan Diego Incardona. Me cae bien Incardona, hizo una revista digital durante mucho tiempo, se llamaba El Interpretador y tenía buenos textos, su librito autobiográfico Objetos Maravillosos también me gustó. Su literatura es costumbrista y se apoya demasiado en la anécdota, pero narra el conurbano mejor que muchos otros.
El documental está bueno, dura media hora y pertenece a un ciclo que se llama Conurbano del canal Encuentro. También hay otros capítulos con otros escritores (también del conurbano, supongo), pero muy aburridos, el único que me gustó fue el de Incardona.

 

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