Diario de un mal año (10)

Diario de un mal año (10)

14/08/2017 – Lunes

Me levanto con una extraña mezcla de hartazgo y mal humor que se prolonga durante todo el día y dificulta todo, inclusive las pequeñas tareas rutinarias. Estoy llegando al límite del hartazgo con esta provincia, sé que es problema mío, pero me preocupa porque no tengo salida inmediata. «Adaptarse o morir» es la premisa y el tiempo de adaptarme se está agotando. No logro ordenarme, viví sin mayores inconvenientes durante alrededor de 30 años aquí, y ahora me cuesta horrores aguantar. ¿Qué pasó en el medio? Me fui unos años, y cuando volví era demasiado tarde, empecé a ver cosas que antes no veía. Así como los forasteros encuentran sumamente simpáticos detalles como la acequia y la montaña de fondo, matices que nosotros ya no vemos por la costumbre, yo empecé a ver cosas menos bonitas desde que volví, cosas que probablemente antes no veía, y nunca me acostumbré de nuevo. Camino a la siesta por la calle pensando en eso, masticando bronca, y me llega un extenso mensaje de whatsapp de un amigo que, entre otras cosas, me pregunta qué mierda sigo haciendo acá en Mendoza, como si hubiese adivinado el momento para enviar el mensaje. Estoy aquí, otra no me queda. «Adaptarse o morir».
Por la noche miro programas de TV que analizan el impacto político de una elección interna sin consecuencias reales y de escaso interés. También hay problemas con un escrutinio provisorio sin ningún valor legal. Nada es definitivo, nada es vinculante, pero a todo se le otorga un considerable valor simbólico, en este país amamos todo lo que sea simbólico, lo real interesa poco, casi podemos prescindir de lo real, pero lo simbólico rige nuestras vidas, por eso hay tantos psicoanalistas. Y aunque ese apego a los símbolos sea algo frustrante en términos de la experiencia cotidiana, debo reconocer que a veces es divertido.

15/08/2017 – Martes

Me levanto de mejor humor y con menos odio que ayer. Desayuno parado al lado de la mesada, galletitas de naranja baratas que estaban de oferta en el Átomo, las disuelvo con un té saborizado, también de oferta. Aprovecho el tiempo del desayuno y lo que sobra hasta que se despierte mi hijo para leer Anna Karenina, voy rápido, como devorando el libro, no sé porqué alguna gente dice que se aburre o se duerme con Tolstoi, a mí me parece sumamente entretenido. Tolstoi era el Alberto Migré del siglo XIX, estoy casi seguro de que todas las telenovelas de la tarde (argentinas, mexicanas, venezolanas, brasileras, turcas…) que pasan en la tele desde que tengo uso de razón, son reversiones trash de Anna Karenina, todas excepto Betty la Fea que debe estar basada en algún libro de Laiseca.
Al caer la tarde me voy con Terraza a tomar café, por recomendación de mi esposa llegamos a un bar de calle Gutiérrez, nos sentamos en una mesa de la vereda flanqueada de un lado por el tráfico tupido del atardecer y del otro por el incesante ir y venir de peatones. Cada tanto miro hacia adentro y me parece un buen lugar para ir a esconderse de todo y pasarse la tarde leyendo o cavilando. Charlamos, como siempre, un poco de política y bastante de libros. Terraza me recomienda a Adolfo Couve, un sólido artista plástico de Valparaíso que, ya consagrado en el campo de la pintura, se volcó de lleno a la literatura. Lo había sentido nombrar pero jamás presté demasiada atención. Al llegar a casa encuentro en el portal Memoria Chilena su obra narrativa completa para descargar en pdf. Empiezo a leer su primer libro, Alamiro, y no puedo parar hasta bien entrada la noche, se trata de una sucesión de fragmentos cortos, como pinceladas, fugaces escenas de infancia, recuerdos evanescentes, pequeñas piezas que aspiran a la perfección, es un libro hermoso y adictivo. Me voy a acostar pensando en la forma de plagiarle todo a Couve.

16/08/2017 – Miércoles

Pésima mañana, movida, tensa, incómoda. La burocracia estatal es insoportable, la bancaria no se queda atrás, pero hoy me toca lidiar con la peor de todas las burocracias: la burocracia galena. Órdenes, recetas, equívocos, idas, vueltas, muestras, turnos…, la burocracia medicinal es artera y perversa, porque además del hartazgo y el cansancio, especula con las emociones, con el miedo, con el tiempo que se agota y con el desconocimiento de la gente. No se trata de los médicos ni de las instituciones (bueno, un poco sí), se trata sobre todo de un sistema diseñado para que todos se lleven más de lo que les corresponde. Estuve buscando, sin encontrarlo, un trabajo de 2007 en el que se demostraba que todo el presupuesto de salud argentino, que incluye: aportes a obras sociales, transferencias a prepagas y la suma de presupuestos nacionales, provinciales y municipales a salud pública, alcanzaría para tener la mejor salud gratuita del mundo para más de 70 millones de habitantes. Pero el mecanismo de distribución hace que un gran porcentaje de esa torta vaya a otros lugares (sindicatos, facilitadores, auditores, burocracias administrativas…). ¿Cuál es la actividad más rentable en Argentina? La más improductiva: la intermediación, se los incluye en el rubro denominado “sector servicios”, yo prefiero ponerlos en el rubro “parásitos”.
Después la cosa mejora un poco. Nos juntamos a mediodía con tres compañeros de secundaria. Dos viven fuera de Mendoza, dos vivimos adentro. Charlamos de todo un poco: del trabajo (en realidad ellos hablan y yo escucho, porque trabajo no tengo), de los hijos, de los padres y de política. Al contrario de otras reuniones de este tipo, esta vez no aparece lo que nos une: el pasado, la anécdota. Hemos madurado.
El día sigue su curso, sin pena ni gloria, con algo de culpa, con algo de miedo. Me quedan un par de cosas pendientes para hacer, mañana se verá.

17/08/2017 – Jueves

Paso la mañana recuperando tiempo que perdí ayer, poniéndome al día con cosas que se me atrasaron. Es increíble, no tengo trabajo pero me las arreglo para inventarme algunas obligaciones absurdas, quizás sea un mecanismo inconsciente de evitar enfrentar algo que no me animo a enfrentar. No sé. Termino una mini-selección de textos mendocinos que me encargaron, retomo mi búsqueda laboral, ordeno notas inconclusas sobre temas que me interesa analizar, y vuelvo a revisar trabajos viejos que hice para otros (los que nunca me pagaron). De alguna manera busco reconstruir algo parecido a una rutina que me haga creer que estoy haciendo algo productivo.
Por la tarde me demoro viendo y leyendo las noticias sobre el atentado en Barcelona. Hago zapping, en un canal de noticias ponen el cartel “URGENTE” y transmiten un segmento dedicado a reproducir las opiniones de gente de la farándula en redes sociales. «¿Qué dijeron los famosos sobre los atentados?» se titula el bloque que dura más de 20 minutos. Me quedo mirando un rato, es absurdo, todos los canales de noticias son una copia de lo que era Crónica en los 90’ tardíos. ¿Y qué dicen los famosos? Boludeces, como cualquiera de nosotros, la fama no convierte a nadie en analista internacional especializado en terrorismo.
Después leo a Tolstoi y a Adolfo Couve.

18/08/2017 – Viernes

Leo en un diario que Facebook acaba de firmar un convenio con Fox Sports para transmitir en vivo partidos de la Champions League a través de la red social. Se están dando cuenta de que la alternativa de las redes a mediano plazo es convertirse en plataformas de video, YouTube les lleva ventaja, por eso invierten en este tipo de contenidos. La misma cadena, asociada con Turner, acaba de adquirir en nuestro país los derechos de televisación de todos los partidos del decadente torneo local, para comercializarlos por suscripción con el ridículo nombre de Superliga. Se produce de esta manera una paradoja algo absurda: para ver, entre otros, partidos como Defensa y Justicia – Patronato, el aficionado deberá pagar $300 mensuales, no parece mucho, pero es una trampa, ese abono es sólo un plus sobre la cuota de suscripción a la TV por cable o satelital en su versión HD (alrededor de $1200 mensuales); mientras que para ver partidos de calidad superior como Manchester City – PSG, sólo hará falta una conexión a internet. Hay una artículo que Diego Vecino escribió hace un tiempo en Revista PACO, explicando en detalle lo estúpido y anacrónico que resulta el proyecto de Fox y Turner.
La estatización de los derechos de televisación del fútbol en 2009 llega después de una crisis en el modelo de negocios del sistema que se pretende reinstaurar, en ese momento las suscripciones al fútbol codificado estaba cayendo a un ritmo cercano al 1% mensual, Grondona pretendía que todos los suscriptores a la TV por cable o satelital tuviesen liberados los partidos a cambio de un aumento en la cuota regular, y que ese diferencial fuese a la AFA, repartir la financiación de derechos entre todos a un precio más bajo. Ante la negativa de las empresas de TV paga, el estado fue más allá: compró los derechos y los puso en televisión abierta, una medida cuestionada por muchos, pero casi inevitable en ese momento para que no desapareciese el fútbol (que sería como la desaparición del mate). Más allá de las promesas de campaña incumplidas y de las controversias que ha generado la re-privatización de los derechos televisivos, lo absurdo es pensar que un modelo de negocios diseñado a principios de los años 90’, que estaba completamente agotado en 2005 y que se caía a pedazos en 2009, pueda funcionar en 2017, con más acceso a internet, más alternativas, más dispositivos, más plataformas de streaming y más ancho de banda. Así como en 2009 se caían las suscripciones al fútbol codificado, desde 2015 se derrumban las suscripciones a la TV paga, por eso los prestadores diseñan promociones de internet más cable para mantener como abonados al cable a hogares que consumen contenidos por internet en forma creciente y sostenida. Es ingenuo pensar que 8 años después, un público que ahora es más joven, está más conectado y que dispone de más opciones, se entusiasme con una alternativa a la que ya le dio la espalda hace mucho tiempo. De manera que habrá que empezar a ver otras ligas del mundo, elegir nuevos equipos e informarse del fútbol argentino a través de Olé, es eso o volver a escuchar partidos por radio. Cómo les cuesta a los líderes de las corporaciones vernáculas dejar atrás el siglo XX.

19/08/2017 – Sábado

La mañana se pasa rápido con más burocracia médica, pero me deja de muy mal humor. Camino hasta la Alameda por San Martín, la proximidad del día del niño y los turistas que han venido a pasar el fin de semana largo dificultan el tránsito normal por las veredas, estorban, producen demoras y congestiones peatonales. A la altura de Espejo me canso, subo una cuadra y sigo por 9 de Julio hasta Godoy Cruz, mucho mejor.
Sandra Ruminot, que gestiona el puesto de libros Payana dedicado exclusivamente a libros mendocinos, me comenta que estuvo en una reunión de organización de la feria del libro provincial, que este año sortearon los espacios en vez de repartirlos arbitrariamente y que los libreros se quejaron porque se sienten con derecho a ocupar los mejores puestos. Es raro, la mitad de esos libreros no pueden pisar Buenos Aires sin que les lluevan reclamos de cobro de las editoriales medianas, muchos de ellos venden en la feria sólo libros de saldo, otros sólo llevan best-sellers que se pueden conseguir en Cúspide o Yenny, tienen los espacios gratis, no ayudan en nada, sin embargo sienten que la feria es de ellos, inclusive se quejan si la organización (que, vale la aclaración, está a cargo del estado provincial) insinúa proyectos de invitar a editoriales de Buenos Aires. De hecho cada vez que trajeron editoriales a la feria mandaron sus stands a rincones inaccesibles para el público y las trataron mal. Por eso en Mendoza, en vez de una feria del libro con potencial de establecerse como un puente entre las industrias editoriales de Argentina y Chile, tenemos apenas una kermese deprimente de libreros chantas, muy pero muy por debajo de ferias como la de Córdoba, Villa Mercedes o La Plata, por ejemplo. Me consta que a los organizadores no les falta voluntad, ni buenas intenciones, ni recursos (porque la financia el Estado) para diseñar y poner en marcha una dignísima feria del libro local, lo que les falta son ideas, ideas y humildad para escuchar. Tener los recursos y carecer de ideas, la historia de la humanidad.
Después me quedo un rato charlando con Taglia y le compro una edición del Decamerón de Bocaccio, uno de los clásicos que jamás leí, tengo una deuda con la literatura italiana. Miro otros puestos y lamento no tener un poco más de aire financiero para llevarme algunos libros extraordinarios que encuentro a buenos precios y que no se consiguen en otro lado. La Alameda es nuestro pequeño Parque Rivadavia provincial, quizás hay menos brillo que en las vidrieras de García Santos y Cúspide, pero tiene muchísimo mejor material. Esos libreros deberían estar en la feria del libro provincial, tienen más para ofrecer que la gran mayoría de las librerías mendocinas.
Más tarde llega mi esposa con mi hijo y, después de comprar otro libro en el puesto de Taglia, nos sumergimos nuevamente en la multitud de gente que sigue abarrotando las veredas del centro, para buscar los regalos del día del niño, otra no queda.

20/08/2017 – Domingo

Sol radiante y calidez primaveral, escenario ideal para el día del niño. Engañado por la promesa de un asado que termina siendo lasaña, me convencen de ir a festejarlo a casa de mi hermana. Después de almorzar, los más niños se entretienen un rato con sus juguetes nuevos y después los abandonan para ir a jugar al patio con el pasto y una cama elástica, los pre-adolescentes se aburren un poco, y los adultos charlamos un poco de todo mientras tomamos café. Volvemos temprano al departamento, con el sol todavía alto y me pongo a leer algunos diarios en internet.
Los atardeceres de domingo me entristecen un poco, si ya estoy triste me deprimen, no importa que el lunes sea feriado, no importa si hay que ir o no a trabajar al día siguiente, no importa si es verano o invierno, si hay lluvia o sol, a las 7 de la tarde, indefectiblemente, empiezan a bajar sedimentos oscuros de miedo y angustia e impregnan toda mi percepción del mundo. La depresión dura más o menos hasta las 11 de la noche. Desde la época de mis primeros recuerdos es así. Lo peor está entre las 7 y las 9, intento pasar esas dos horas con todos los sentidos sumergidos en algo que no sea “la realidad” (libros, internet, televisión, sueño…), evitando presenciar el lentísimo declinar de la luz solar. Sin embargo hoy me quedo frente a la ventana mirando cómo se muere de a poco el día, fumo, pienso, recuerdo, permito con cierta resignación que el dolor emerja, no me resisto. Hace un tiempo vivía en un sexto piso y la ventana de la cocina daba al sudoeste, se veían la montaña y los barrios del pedemonte en Godoy Cruz, el horizonte cordillerano se iba tiñendo de a poco con los tonos rojizos del atardecer; ahora la ventana da al sur y estamos en un segundo piso, veo apenas el toldo de un estacionamiento, un pequeño trozo de cielo e, irónicamente, el complejo de edificios en donde vivía antes de fondo. Aún así se nota que atardece, es una vista más urbana, menos ornamentada, más imperfecta. Saco un par de fotos con el teléfono con 5 minutos de diferencia para medir la cantidad de luz. Prendo otro cigarrillo y me quedo un rato más pensando en la manera de encarar lo que queda por delante. Después me preparo el mate, prendo la computadora y me pongo a escuchar a Brian Eno esperando las 9 de la noche.

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s