Diario de un mal año (18)
09/10/2017 – Lunes
“Un cajetilla” pensé casi involuntariamente cuando lo vi acercarse con su sonrisa de vendedor de seguros de vida. El pantalón de vestir, el saco sport, la camisa canchera y los Raybans que se sacó mientras me estrechaba la mano completaban el estereotipo. “Con esa barba y los lentes casi no te reconocí hermano, tanto tiempo”, me decía mientras yo buscaba infructuosamente en mi disco rígido mental alguna imagen que me permitiese saber de quién se trataba. A medida que le explicaba que la barba me la dejé hace más de un año y que uso anteojos hace más de diez, tomaba fuerza la hipótesis de que el tipo se había equivocado de persona. Pero no, no se había equivocado, sabía mi nombre, empezó a preguntar por compañeros de la secundaria, por mis primos y por algunos conocidos, inclusive parecía saber de mis años de residencia en Buenos Aires. Me contó que estaba de paso, que se había mudado a Rosario hace dos años, que tenía dos hijas de trece y once años, y que trabajaba en algo relacionado con la navegación o los barcos. Me preguntó algunas cosas, respondí con sinceridad y le hice algunas preguntas destinadas obtener pistas sobre la identidad del tipo sin que se notara mucho, pero no hubo caso. Se alejó caminando por Alem hacia el oeste mientras yo seguía con mis trámites matutinos pensando quién carajo sería el tipo. También conseguí, en la misma mañana, Ahora o nunca, la poesía completa de Zelarayán, otra alma caritativa que me regala libros.
En el bar Pardo tomamos unas cervezas con Grasso y Terraza, charlamos un poco de libros, de gente, de los modos que adopta el peronismo y de la feria del libro provincial. Grasso nos pasa un ejemplar de En la Escollera, el librito nuevo de Ludovico Zapata que publicó Mar Adentro en una meritoria edición artesanal con imágenes y textos. Después se suma a la mesa alguien que no conozco y cambia un poco el eje de la conversación. Las horas pasan, la cerveza pasa y va haciendo mella en mi capacidad de argumentar y de modular con cierta dignidad, me percato de eso demasiado tarde y me voy a dormir.
«Ludovico Zapata escribe que la amistad y el amor son el resultado involuntario de una serie de incomprensiones» (“En la Escollera”, Ludovico Zapata, Editorial Mar Adentro, Mendoza, 2017)
10/10/2017 – Martes
Me levanto temprano con sueño y un dejo resacoso por las cervezas de ayer, eso y las pequeñas complicaciones por cosas que funcionan mal dificultan todo. Radiotaxis que olvidan enviar los autos, farmacéuticos que hacen otras cosas mientras atienden a la gente, personas que llegan tarde, malos entendidos varios, y los inútiles de siempre, todo cuidadosamente diseñado con el solo fin de abrumarme. Así se pasa el día y vuelvo a mi casa bastante cansado.
Finalmente Messi clasificó al mundial de Rusia, él solo, y de rebote la selección argentina de fútbol. De esta manera el talentoso rosarino salvó del papelón a toda una generación de jugadores, a un cuerpo técnico con contratos millonarios, a un puñado de dirigentes vulgares e ineficientes y a más de un empresario. Y de paso le dio al gobierno un mes de anestesia social absoluta entre junio y julio de 2018. No es poco.
Efeméride: hoy cumplo 7 años de matrimonio, las circunstancias nos impiden festejar como corresponde, pero dejo constancia. Nos casamos el 10/10/10, creímos que la simetría numerológica nos traería suerte, qué ingenuos.
11/10/2017 – Miércoles
Día frío, ventoso y gris, por momentos llueve. No dan ganas de salir pero debo hacerlo con reiteración varias veces después del mediodía. Por la tarde alterno las pantallas de la computadora y la televisión. Casi todo gira en torno al partido de ayer. Me refiero, naturalmente, a los medios masivos porque la vida de la gente común sigue su curso normal. Pero la TV y las portadas online de los diarios se van poblando lentamente de eso que los periodistas llaman notas de color, que no es otra cosa que información lateral a la verdadera noticia, resaca, basura informativa. Un brujo que acompañó a la selección a Ecuador, el embajador argentino en ese país, las cábalas de los hinchas, tarotistas que pronosticaron la clasificación, esas cosas. Sale en varios medios el CEO de la empresa Noblex, que había prometido devolver el dinero de todos los Led de 50 pulgadas comprados en agosto si el equipo no se clasificaba al mundial, dice que el riesgo (cerca de 800.000 dólares le hubiese salido el chiste) valió la pena “porque la marca se mantuvo como TT (Trending Topic) en Twitter durante varias horas”, parece mentira, un tipo grande, obnubilado con internet, al que algún comunity manager convenció de que ser TT ayuda a vender o algo así, pensamiento mágico, humo, las redes sociales están sobrevaloradas en materia publicitaria. A ese también lo salvó Messi de perder el trabajo.
Tanta euforia deportiva eclipsa varias noticias, algunas interesantes y otras no tanto. Infobae, por ejemplo, muestra el siguiente titular: «El papa Francisco invitó a cenar a 20 reos y dos se fugaron», según la nota los dos convictos napolitanos estaban en un régimen carcelario abierto, sin embargo se los considera socialmente peligrosos, la nota no dice mucho más, pero sirve para disparar mi curiosidad respecto al antes y después de la fuga. Alguien la compartió en Twitter acompañada del latiguillo «La realidad supera a la ficción», lógico estimado twitero, la ficción es algo que crean los seres humanos comunes, en cambio la realidad está diseñada por Kafka.
12/10/2017 – Jueves
Otra vez el frío, otra vez la lluvia y todo gris. Después mejora un poco, se despeja tímidamente, pero es demasiado tarde. Está por terminar la feria del libro provincial y todavía no he ido, siento que debería hacerlo porque varios amigos y conocidos que aprecio presentan sus libros, leen, participan de alguna charla o tienen un stand ahí y, si bien no tengo compromisos, creo que debería acompañarlos. Pero de solo ver algunas invitaciones a eventos de la feria y algunas notas sueltas en los diarios me acuerdo de años anteriores y me deprimo. Gastón Moyano usó esa palabra, tuvo que ir un par de veces porque ganó un premio literario provincial con su libro de poesía La Parte de la Prima y me dijo que se deprimió, que ir ahí le saca las ganas de escribir. Tiene razón, si eso es la literatura, mejor mantenerse al margen, por suerte es solo una feria de libreros, ni siquiera de editoriales. Yo, además de ir varias veces durante las ediciones anteriores, estuve tres semanas metido ahí en 2013, atendiendo el stand de una editorial amiga, no tengo un buen recuerdo de esa experiencia. El tedio de un público al que no le interesa demasiado ver libros, la monotonía de la música ambiental que se repite una y otra vez, la regularidad de la voz que anuncia por altoparlante horarios y salas, los enormes auditorios casi vacíos, con dos o tres personas en un escenario al frente y otras diez que se aburren en los primeros asientos, los libros de saldo y los best-sellers repetidos en cada stand…, nada demasiado atractivo, todo muy parecido al programa cultural de Canela en TN, pero más improvisado. Este año no estoy para esas cosas, igual trataré de ir antes del domingo.
13/10/2017 – Viernes
Cuestiones de diferente índole me inquietan. Por ejemplo: las cosas, o mejor dicho el deterioro de las cosas. La tela del sillón (7 años) se ha ido desgastando, en algunos lugares se sale la goma espuma y en otros cuesta adivinar que alguna vez fue blanco; mi computadora (7 años) no enciende si no está enchufada, algunas teclas se han soltado, otras se han endurecido; el lavarropas (5 años) hace un ruido cuando empieza a centrifugar, algo se soltó, nos dijeron que no es grave, pero el ruido está; libros con páginas sueltas, medias con agujeros, la guitarra descabezada con las cuerdas colgando como tripas…, la erosión material lógica que el tiempo le impone a las cosas. ¿Y nosotros? ¿Será que de alguna manera nos parecemos a nuestras cosas?
Más tarde reviso subrayados viejos pasados a digital, me gusta este: «…se siente nostalgia de un lugar simplemente porque uno ha vivido allí, poco importa si bien o mal, el pasado siempre es bonito, y también el futuro, solo duele el presente y cargamos con él como un absceso de sufrimiento que nos acompaña entre dos infinitos de apacible felicidad…» (Sumisión, Michel Houellebecq, Anagrama, 2015), a diferencia de otras notas y subrayados antiguos, creo que con este acerté, me sigue gustando, es como esos aforismos poéticos de Antonio Porchia; dos infinitos de apacible felicidad, pero inaccesibles, muy bien. Lugar común de la autoayuda y las neurociencias berretas: el presente, con toda su hostilidad y toda su precariedad, es lo único que tenemos, es lo único que tendremos siempre.
14/10/2017 – Sábado
Me estoy por sentar en una de las mullidas butacas de la sala Tejada Gómez, al lado de los lugares que han ocupado Sabrina Barrego y Grasso, cerca del pasillo para salir del auditorio sigilosamente en cuanto el inevitable sopor me invada. En el escenario hay una mesa con vasos y tres sillas, dos hombres joviales y simpáticos que parecen estar organizando todo se encargan de dar la bienvenida al público, en su mayoría gente mayor. Uno de ellos se acerca a nosotros, saluda amablemente a todos y le dice a Sabrina que primero habrá una especie de disertación o debate y después, en el hall, se constituirá el coro poético. ¿Coro poético? El término me resulta un poco curioso e irónico. Pienso en una hilera de diez o veinte personas vestidas con túnicas blancas leyendo al unísono los cielitos de Ascasubi con una melodía gregoriana de fondo. Decido, entonces, no sentarme, huir. Grasso, que parece haber leído mis intenciones, propone ir a tomar algo al bufete hasta que se establezca el intrigante coro. Salimos, le compramos unas latas de cerveza a un cantinero desagradable y nos sentamos en unos canteros de la entrada a charlar mientras esperamos. Todo esto sucede en el centro cultural Julio Le Parc, en donde se desarrolla la dichosa feria del libro provincial, a la que finalmente he decidido asistir después de una mañana agitada y estresante. El marco es un extraño festival de poesía que cada año forma parte de las actividades de la feria.
Antes de eso fui a la presentación de Vampirización del ego el reciente libro de poemas de Andrea Marone que acaba de sacar Editorial Mar Adentro, un evento agradable, bastante más dinámico, informal y entretenido que el mencionado festival. También recorrí varios stands con cosas interesantes. En Ediciones Culturales Mendoza estaban, recién salidos de imprenta, todos los libros premiados en el certamen literario provincial, entre ellos La Parte de la Prima de Gastón Moyano, uno de los mejores libros de poesía local de los últimos años. Al stand de EDIUNC habían traído, entre otras cosas, varios libros de la Editorial EDUVIN, pero no Pretérito Perfecto de Hugo Foguet, lo cual me decepcionó aunque me ahorró varios pesos que de cualquier manera no podía gastar. En los stands de saldos Grasso me señaló dos o tres títulos atractivos a precios relativamente bajos, y en un stand inexplicable, semi-vacío y solitario conseguí un ejemplar usado de El desierto y su semilla de Jorge Barón Biza en la reedición de Eterna Cadencia por un valor casi irrisorio al que no me pude resistir. Y como siempre los stands de Leviatán y Payana tenían buenos títulos locales y de culto, como para equilibrar la oferta de best-sellers y fruslerías repetidas en el resto de los puestitos de libreros.
Después de charlar un rato con Grasso y Bustamante, de tomar un par de cervezas más, de pasear por los stands y de cruzarme con algunos conocidos, finalmente empieza el dichoso coro poético, que termina siendo una serie despareja de lecturas. Sabrina Barrego empezó, leyó parte de un poema largo que está muy bien, después lo hizo Sandra Ruminot, también un buen poema, tal vez demasiado breve. Fueron lo mejor de la velada; después pasaron una serie de textos previsibles y edulcorados, excepto por una señora de pelo corto que me pareció que arriesgaba algo. Tal vez al evento le falte una intención estética definida, había algunos textos interesantes, otros aburridos y otros que parecían cultivar una lírica naif y caduca, una poesía bastante licuada. Algunos leían con una solemnidad casi cómica y otros le ponían más onda (incluso un par se animaron a ensayar tímidamente la pregunta por Santiago Maldonado). Los autores debían leer frente a un discreto público compuesto en su mayoría por el resto de sus pares, con un panel pintado de morado y ploteado con insignias del gobierno provincial de fondo. Al terminar todos los poetas se sacaron varias fotos, en algunas de las cuales logré colarme. Y eso fue todo. Supongo que la intención de los organizadores es ponderable y digna de elogio, pero esa pátina oficial, protocolaria y secular, esa corrección política y esa formalidad tensada al límite me parece que eclipsan un poco esas intenciones y obturan la posibilidad de incorporar más y mejores poetas. Respecto de la feria, nada me pareció muy distinto a lo que recordaba de años anteriores, es una feria de libreros, no tiene mucho para ofrecer por ahora. Respecto de ediciones anteriores no ha mejorado, aunque tampoco ha empeorado, hay muchísimo para trabajar y corregir, sería una pena que no lo hagan, mientras tanto es lo que hay. Por ahora es mucho mejor la feria de libreros de La Alameda.
15/10/2017 – Domingo
Día de las madres, con mi hijo le llevamos un discreto desayuno a la cama a mi esposa. Después de los saludos telefónicos de rigor me dedico a ver en redes sociales fotos de las madres de algunos amigos y de otra gente que no conozco, algo extraño hay en esta nueva manera de homenajear a la gente exponiendo sus imágenes en internet, pero es una costumbre que ya a nadie parece sorprender. También hay frases apócrifas, dibujos coloridos, pequeños poemas de baja calidad y varias fotos de comida. Para poner un poco de contraste decido subir las fotos que tomé ayer con el celular en la feria del libro.
Por la tarde vamos hasta Dorrego a acercarle un pequeño presente a mi madre que, como el resto de nosotros, ha tenido un año difícil. No hay lugar para festejos efusivos, pero nos relajamos un poco en el patio y dejamos pasar la tarde, tomamos café y volvemos con el sol todavía alto. En casa, mientras mi hijo mira videos en mi computadora y mi esposa trabaja en la suya, me pongo a leer con fútbol de fondo. Por la noche cena, algo de T.V. y un poco de cine pochoclero. Después leo un rato más y cuando quiero acordar el domingo se ha esfumado, y con él la semana.