Diario de un mal año (37)

Diario de un mal año (37)

19/02/2018 – Lunes

Voy a un lugar que se llama Juzgado de Paz, no sé bien porqué se llama así, pero ahí legalizan y certifican partidas y otros papeles, hacen lo que hace un escribano pero gratis, aunque hay que hacer cola. Me paso un rato ahí esperando a que me den la partida de defunción legalizada primero y que me certifiquen las copias después. En ese lugar funciona, además del dichoso juzgado de paz, varios otros juzgados y reparticiones del poder judicial de Mendoza. Mientras espero me dedico a mirar a la gente que va y viene, la única conclusión que saco es que este es un país hecho por y para abogados, el día que logremos limpiar la política de abogados Argentina dejará de ser un cotolengo de arbitrariedades, mientras tanto todo es burocracia, papel impreso e ineficiencia ejercida por tipos que trabajan de 8 a 12 y cobran arriba de $30.000 mensuales. Terminados los trámites debo ir al registro civil de calle Brasil a pedir una partida de matrimonio de mis padres. Comparado con el poder judicial el registro civil es un hotel de lujo. Me atienden rápido y, para mi sorpresa, no me piden nada más que números de DNI y me dan un comprobante con el que tengo que volver en 4 días a buscar el papel; además tienen aire acondicionado. Volviendo a casa me encuentro con un amigo que, entre otras cosas, me recomienda ver una serie española que se llama Merlí, es la segunda persona en menos de una semana que me dice «…a vos te va a gustar Merlí», como alguna gente suele sobrestimarme, lo más probable es que no me guste, pero igual voy a empezar a mirar la serie.
El resto del día lo pasé en casa leyendo un poco y perdiendo el tiempo, nada que valga la pena dejar registrado, todo es una repetición con pequeñísimas variaciones de los últimos meses. Charlé de fútbol con un amigo del barrio, me tomé un par de cervezas solo, recibí whatsapp de una amiga de Suiza y un llamado del Ruso. Leí y disfruté Los Medios a su Alcance de Claudio Rosales para escribir una reseña. Bajé 9 capítulos de la segunda temporada de Fear the walking dead aprovechando que, incomprensiblemente, Speedy me da una tasa de descarga superior a 1 MB/s. Después cené sobras de asado con vino sodeado y me puse a mirar tele sin prestar demasiada atención. Creo que en los últimos meses me estuve refugiando en todos los trámites relacionados con la salud de mi padre, ahora hago lo mismo con las gestiones de seguros, pensiones y esas cosas, pero eso también llegará a su fin y ahí deberé enfrentarme a mi propio desconcierto.

20/02/2018 – Martes

Después de bastante tiempo leo los diarios, bah, las noticias. Nada nuevo: marcha de Moyano, renuncia de un funcionario menor con unas cuentas off-shore sospechosas, la cercanía de la fiesta de la vendimia, paritarias docentes, la inflación que no baja, las inversiones que no vienen, aumento de tarifas, paro bancario, las expectativas y la imagen del gobierno se derrumban lentamente, no existe la oposición, Boca –  Riber en Mendoza sin VAR, disputa por el agua entre Mendoza y La Pampa…, el mismo país de hace 10, 20, 30 años, ninguna cara nueva, ninguna novedad. No me dan muchas ganas de leer a Bolaño, saqué el Borges de Bioy Casares, gran libro, lo leí durante un año entero de a poco cuando vivía en Buenos Aires, llegaba del trabajo y leía dos o tres entradas del diario, pienso hacer lo mismo ahora. También me pongo, más tarde, a leer fragmentos al azar de los Ensayos de Montaigne, hay cosas anacrónicas, medio ingenuas, pero la mayoría de los textos conservan su potencia.
A la tarde, cuando vuelvo del centro, les hago caso a mis amigos y miro el primer capítulo de la serie catalana Merlí. Es un profesor de filosofía maduro que está sin trabajo y empieza a cubrir una suplencia en la escuela a la que va su hijo adolescente. El tipo es bastante transgresor y genera cierta empatía con los estudiantes, pero a su hijo le da algo de vergüenza, hay una tensión interesante ahí. Después están los roces con otros profesores y un romance con una de las docentes que es mucho más joven que él. Está bastante bien, es una serie entretenida. Por la noche hablo largamente por teléfono con Antich y quedamos en juntarnos un día de estos a charlar y a revisar mi texto sobre el libro de Rosales que todavía tengo muy verde. Con el resto del mundo no he tenido mucho más contacto. El jueves cumplo 44 años y ya empecé a deprimirme.

21/02/2018 – Miércoles

Voy como siempre, temprano por la mañana, a buscar a mi hijo. En el Banco Nación de San Juan y Vicente Zapata hay dos colas enormes, sobre Vicente Zapata hacia el oeste la del cajero automático, sobre San Juan hacia el norte la más larga que se mete hasta las cajas del interior del banco. En esa cola están los jubilados, las madres que cobran la AUH, los discapacitados de las pensiones no contributivas y varios laburantes, toda gente humilde que necesita el efectivo porque sus transacciones no se hacen con postnet. Busco al niño y a la vuelta la cola no se ha movido, aprovecho para comprarle un café con dos tortitas al cafetero que está siempre ahí, cruzo la calle y me quedo con el niño sentado en un escalón, tomando el café, fumando y mirando la cola que no se mueve ni un paso durante los 20 minutos que demoro. ¿Cuántas horas pierde cada uno en esa cola? ¿Cuánto vale la hora de trabajo de cada una de esas personas? ¿Cuántas colas como esta hay en este momento en el país? Con esas cifras nos podríamos aproximar a una medición del costo de las burocracias corporativas y de la ineficiencia del empresariado vernáculo. Ya en casa me pongo a perder el tiempo en cuestiones domésticas y sin demasiada importancia, después voy a hacer compras para preparar el almuerzo, como con mi madre y mi hijo y me acuesto a dormir la siesta. Mañana al pedo, totalmente improductiva.
Tuve que limpiar mi cuenta de Instagram, saqué a 9 o 10 contactos hinchapelotas que no conocía y, con algo de culpa, eliminé a una amiga. Sacaba y subía buenas fotos, bien sacadas, lindas, pero hace como un año y medio tuvo un hijo y ahora sube como 9 fotos por día del niño. Yo a veces también me pongo baboso y subo fotos con mi hijo, pero una, a lo sumo dos por semana, todos lo hacemos, pero 9 por día es un abuso. Sí, sabemos que sos buena madre, sabemos que para vos tu hijo es único, te agradecemos que compartas cada momento con todo el universo porque es irrepetible, pero las fotos de bebés, de gatitos y de comidas ya son un lugar común, no hay porqué exagerar.
Antes de dormir veo un par de capítulos de Merlí, es entretenida, cada episodio lleva el nombre de algún filósofo o pensador y, de alguna manera, se intenta relacionar la trama con el pensamiento del autor de turno, pero no sé si logra eso, igual hay referencias culturales medio solapadas que son ingeniosas. A veces hay clichés, lugares comunes, patetismo inútil, pero en general es una serie entretenida. Dejé Fear the Walking Dead en stand-by por ahora. Hoy me dieron ganas de leer Genealogía de la Moral, o más bien curiosidad por un pasaje que no recuerdo bien pero que en su momento me gustó mucho, pero no encontré el libro en ninguna caja, espero no haberlo perdido. Mañana tendré 44, como decía Céline: “pronto seré viejo y por fin todo habrá acabado”.

22/02/2018 – Jueves

Hoy cumplo años, cumplo 44 años, hay algo con el número 11 este año, o tal vez este mes: mi padre murió el 11, yo cumplo 44 años el 22, mi sobrino Facundo cumple 11 años hoy también, falta algo con el 33, pero todos los números son múltiplos de 11. Una pelotudez, claro, pero me desperté pensando en eso, a pesar de los años mi cabeza sigue haciendo números. 44años, demasiado joven para que todo termine acá, demasiado viejo para soñar con un futuro a lo grande, tendré que conformarme con lo que pueda hacer de ahora en más. Mi padre murió, mi perro murió, mi ingenuo proyecto familiar también murió, no tengo trabajo, no tengo dinero, no tengo casa, tengo la certeza de que debo empezar de 0 y no tengo la más puta idea de cómo hacerlo. Recibí un solo regalo, el de mi hijo que me obsequió una tarjeta de canje de una librería del centro. Recibí muchos llamados, invitaciones a cenar y mensajes de Whatsapp y de redes sociales. A la tarde me fui con Pablo Arabena a tomar unas cervezas, empezamos temprano en el Most, de ahí caminamos hasta la librería a canjear la tarjeta por el libro, pero estaba cerrada, de manera que seguimos a pie hasta la Alameda con una breve parada en la esquina de Sarmiento para sacarnos una foto con el hombre araña que estaba ahí. De la Alameda seguimos hasta la casa de Vanina G. y ahí tomamos un par de cervezas más. Hablamos de Gracián, de María Moreno, de peronismo y de capitalismo, pero el alcohol empezó a dislocar un poco la conversación. Es todo un tema ese, cuando hay alcohol de por medio uno jamás vuelve de las digresiones, entonces las charlas terminan siendo azarosas. Nos fuimos a un bar cercano, nos encontramos con Gastón Moyano que estaba con su hija Albertina y con una chica que no sé quién es, más tarde llegaron Grasso y Sabrina Barrego, pero ya no me acuerdo mucho de esa etapa porque había tomado demasiado. Volví en taxi a casa y me acosté como a las 2. No estuvo mal mi cumpleaños, ahora veremos qué sale de ahora en más.

23/02/2018 – Viernes

Temprano paso a buscar a mi hijo por el departamento y de ahí me voy a ANSES a empezar los trámites de la pensión de mi madre. Primero a un local que hay en San Lorenzo y San Martín, la puerta está siempre abierta, hay un mostrador con una chica detrás, pero ella misma me dice que en esa sucursal no hay atención al público, le pregunto entonces para qué está el local, me dice que no sabe, que la mandaron ahí hace poco, lo cuál no hace más que confirmar las sospechas de que detrás de todas las dependencias estatales del país está la mano de Kafka. Tomo un taxi hasta Eusebio Blanco y Mitre y me pongo en la cola de los que no tienen turno. Mi hijo se entretiene jugando en las escaleras y yo me entretengo mirando cómo juega. Hay otros niños, rápidamente se hace amigo de ellos, a esa edad es fácil hacer amigos, en poco tiempo le costará más. La cola avanza rápido y el trámite me lleva dos o tres minutos y una firma. Afuera compro café con tortitas y lo tomo sentado en el cordón de la vereda porque la cerveza de anoche me está pasando factura desde que me levanté. Volvemos caminando hasta el centro, pasamos a mirar precios de guardapolvos y después por la librería a canjear la tarjeta por un libro. En SBS tienen muy poca variedad, solamente editoriales mainstream y textos escolares, elijo los Cuentos Completos de Mark Twain en la edición de Penguin Classics, buena relación precio-contenido, leí una parte de ese libro en digital, pero la idea de tenerlo en papel me gusta. Después tomamos un taxi, pasamos por la pollería y volvemos a Dorrego a almorzar.
A la tarde vamos en auto hasta la casa de mi hermana a festejar el cumpleaños de uno de mis sobrinos. El tobogán de agua inflable y los niños en traje de baño corriendo por el jardín contrastan un poco con el cielo gris, el viento fresco y la proximidad casi segura de la lluvia. Vamos con mi cuñado a comprar leña, chorizos y pan para 26 niños. Me quedo al lado de la parrilla charlando con él mientras se hace de noche, empieza la lluvia persistente y se asan los chorizos. Comemos, nos tomamos una cerveza y vuelvo manejando bajo la lluvia con un limpiaparabrisas que anda mal y me obliga a ladear la cabeza, tengo que arreglar el auto antes de sacar el registro y usarlo con regularidad. Ya en casa nos bañamos, acuesto al niño y me quedo leyendo el final de la nouvelle Sepulcros de Vaqueros del libro Sepulcros de Vaqueros, que tenía abandonado desde hace un tiempo largo. Es un relato en 4 capítulos que guardan relación entre sí pero pueden leerse en forma independiente. El protagonista es un joven Arturo Belano, en el primer capítulo narra su partida de Chile hacia México durante su adolescencia, en el segundo la relación con El Gusano, un misterioso personaje que conoce en México cuando empieza a faltar a la escuela para ir a la célebre librería Del Sótano, el tercer capítulo narra su regreso a Chile para participar de lo que supone la revolución comunista, el cuarto capítulo es un texto breve en el cuál Belano se une a una célula comunista justo el día del golpe del 73’, un texto tragicómico y simpático que parece guardar relación con el segundo texto de la primer nouvelle del libro. En estos cuatro textos breves ya parece estar el perfil del Arturo Belano de Los Detectives Salvajes, tal vez aquí Bolaño haya empezado a construir a este personaje de características autobiográficas. Como sea, Sepulcros de Vaqueros es un texto mucho más logrado que Patria, más acabado, más maduro, más sólido. Igual estoy medio cansado de este libro, quiero leer otras cosas, pero no puedo empezar nada sin terminar este. Por suerte la última nouvelle del libro es la más corta, trataré de terminarla mañana y de recuperar de una vez mi ritmo habitual de lectura.

24/02/2018 – Sábado

Me despierto temprano, vuelvo a intentar dormir pero me resulta imposible. Es una mañana gris, silenciosa y húmeda, sopla un viento fresco, supongo que del sur, que me obliga a vestir pantalones largos y una campera liviana. Hay cierta nostalgia en la quietud apagada del barrio, algo que destinado a recordarnos que el otoño que se aproxima, olor a hojas húmedas, a pasto recién cortado, a café y tostadas. Después de desayunar con mi hijo en el comedor salimos a hacer las compras. Primero el supermercado, después la fiambrería, la panadería, la verdulería y el kiosco, todo en ese orden. Al volver a casa me quedo charlando con un vecino que yo no conocía muy bien porque vino a vivir al barrio cuando yo ya me había ido. Es, como yo, egresado de Ciencias Económicas de la UNCuyo, pero de una generación diez años menor. Como yo también militó en política estudiantil, charlamos de esos, de los tipos que siguen ligados a esa política de laboratorio, los curros en el Comedor Universitario, los carguitos en las secretarías, los que nunca se animaron a salir de la universidad a la política real, ni a la vida real. Entro pensando en la novela Stoner, que leí hace poco y, sin embargo, la recuerdo lejana.
Después de almorzar llevo a mi hijo al centro para dejarlo con la madre. Manejo por las calles vacías, ha salido el sol y el día ha mutado de otoñal a primaveral, las calles se han secado pero persisten, para un observador atento, restos de la lluvia en algunos rincones de la ciudad. Trato de hacer planes para hacer algo durante la tarde, no tengo muchas ganas de ir a la Alameda, pero sí de juntarme a tomar un café o algo con alguien, de no estar solo, de charlar de libros, de fútbol, de mujeres, algo que me ayude a sacudir esta leve pátina de nostalgia y pesimismo. Hago algunos intentos tímidos, pero los amigos están fuera de Mendoza o abocados a compromisos más estimulantes que ir a tomar café y fumar. Entonces me quedo en casa, viendo deportes por TV primero y después reorganizando mi biblioteca que ahora, tras la herencia paterna, tiene una cantidad de ejemplares inmanejable. Desarmo mis cajas, armo otras cajas con libros que voy sacando de la doble fila de estantes de abajo, descubro cosas que nunca hubiese imaginado que mi padre leyese: Marcuse, Freud, Barthes, Bordieu…; de a poco voy dejando todo como yo quiero, a las cajas va lo de política y lo de historia que es muchísimo, a los estantes literatura, filosofía y algunas cosas de economía. Así se me va la tarde. Encuentro finalmente Genealogía de la Moral y leo algunos fragmentos al azar, no encuentro lo que buscaba pero me alegra no haber perdido este librito, lo dejo en la pequeña biblioteca de abajo, en donde está el material que quiero tener a mano.
El resto de la tarde y la noche me la pasé viendo capítulos de Merlí, la serie catalana que tanto me recomendaron varias personas. Tiene todo para ser una serie interesante, distinta, pero falla por que se queda en la superficie. Las temáticas son básicamente la adolescencia y las relaciones padres hijos, pero también hay tópicos como la infidelidad, la homosexualidad, la caducidad de los sistemas educativos, y la docencia. Creo que subsiste en el fondo una idea latente de expresar esos temas desde un punto de vista profundo, la serie tiene toda la estructura y las condiciones para hacerlo. De hecho probablemente haya sido concebida así, pero termina sucumbiendo a las tentaciones de la masividad y naufraga en el mar de los lugares comunes, apelando a la emotividad espontánea, al sentimentalismo rápido, a la satisfacción instantánea del espectador. Tampoco está mal, esas cosas hay que financiarlas y, hoy más que nunca, el mercado manda, nos guste o no. Igual es entretenida y hay algunos guiños interesantes.

25/02/2018 – Domingo

Me levanto relativamente tarde, con la idea de aprovechar lo que queda de la mañana para hacer algunas cosas pendientes. Demasiadas cosas pendientes y poca convicción. Rápidamente cambio de opinión y me siento en el jardín a tomar mates y a leer. De un tirón termino el último texto de Sepulcros de Vaqueros que se llama Comedia del horror de Francia, el más corto de los tres que componen este rejunte de borradores. Se trata de un relato en el que el protagonista, un tal Diodoro Pilon, después de contemplar un eclipse en un bar con unos amigos poetas, vuelve caminando a su casa y atiende un teléfono público que suena solitario en mitad de la noche. El llamado es de un hombre que dice llamar desde París en representación del GSC, siglas de un Grupo Surrealista en la Clandestinidad . El llamado está destinado a reclutar en esa facción, un poco literaria y un poco poética, al protagonista; se le dan instrucciones precisas para presentarse en determinado lugar de País en una fecha determinada. El hombre le cuenta a Pilón cómo nació y cómo actúa el grupo fundado por el mismísimo Breton y financiado por las viudas ricas de los artistas surrealistas fallecidos. Y eso es todo, o casi todo, tampoco está tan mal. Este texto, según las referencias, está fechado mucho después que los otros dos y, al parecer, fue escrito más o menos en la misma época en que Bolaño escribía 2666, en las vísperas de su muerte. Supongo que bien podría haber sido incluido en algún lugar de aquella novela monumental. Al final del libro hay algunos manuscritos y apuntes relacionados con los tres textos del libro, según los editores esas imágenes sirven para comprender el proceso creativo de Bolaño, yo creo que más bien sirven para completar este rejunte de borradores y justificar el elevado precio del libro. Sepulcros de Vaqueros es, en resumen, una colección de borradores más o menos acabados, es mejor que las otras novelas póstumas (salvo, claro está, 2666) pero no creo que se justifique demasiado su lectura y mucho menos su precio fuera del (nada despreciable) universo de aficionados y estudiosos de la obra del escritor latinoamericano, entre quienes no me encuentro a pesar de valorar y disfrutar algunos de sus libros. Un libro para grupies.
Me paso la tarde leyendo salteado: fragmentos de Nietzsche, cuentos de Mark Twain y noticias en internet. Después paso un largo rato tratando de instalar el Counter Strike 1.6 en la PC de escritorio de la casa, tras varios intentos frustrados y la lectura de instructivos en internet logro hacerlo, pero me queda demasiado poco tiempo para jugar porque llega mi hermana a casa de visita. Después de intercambiar algunos mensajes con el grupo de Whatsapp de ex compañeros de trabajo de Buenos Aires, a la hora de la depresión, salgo en el auto a dar vueltas por la ciudad desierta mientras escucho Boca – San Martín de San Juan por la radio. Busco a mi hijo casi al anochecer, paso a comprar jamón, queso y cigarrillos para cenar y vuelvo a casa ya de noche. Esta semana empieza marzo, es decir que empieza el año de verdad, en un mes viene el feriado largo de semana santa, mas tarde el mundial y, después del frío, el año estará perdido.

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