Diario de un mal año (43)

Diario de un mal año (43)

«La verdad es una agonía que nunca se acaba.
La verdad de este mundo es la muerte.
Hay que escoger: morir o mentir.
Yo nunca he podido matarme.»
(Louis Ferdinand Céline)

02/04/2018 – Lunes

Por la mañana me pongo un poco al día con los números nuevos que ha ido publicando el INDEC en los últimos meses. No sé porqué lo hago, cada tanto me dan ganas de mirar qué pasa, o más bien de analizar esos números y, a través de ellos, adivinar qué pasa. Dato curioso: se combina la baja en los índices de pobreza con un aumento en los niveles de empleo, pero la mayor cantidad de puestos de trabajo creados son empleo precario, la mayoría en negro, trabajos de subsistencia, no alcanzan a explicar la caída en los niveles de pobreza, pero sí quizás otro fenómeno aún más curioso: la imagen del gobierno cae en los sectores medios (clase media y media baja), la explicación claramente está en la caída del salario real por paritarias bajas y aumento de tarifas; pero lo inesperado es que la imagen del presidente y la gobernadora de Buenos Aires sube entre los sectores más bajos, entre quienes no formaron parte de su base electoral de 2015. Probablemente el aumento de puestos de trabajo (precarios) para esos sectores tenga algo que ver. Y la percepción de los sectores progresistas más politizados que creen entender a los sectores vulnerables, pero viven en su nube de pedos de clase media, es que el gobierno se cae, precisamente porque se mueven en entornos de clases medias. Si esta tendencia se mantiene y el gobierno logra compensar la caída de imagen en sectores medios, con adhesiones en sectores bajos, además de la ya definitivamente perdida Provincia de Buenos Aires, el PJ corre el riesgo de perder algunos otros bastiones como el NOA, La Matanza y Avellaneda. En eso Mendoza fue pionera al perder Las Heras y Guaymallén. Como sea, es el mundo del revés, los sectores medios se alejan de Cambiemos, pero los sectores bajos encuentran ahí una alternativa al peronismo. El que tome a la ligera este curioso dato cometerá errores graves. De todos modos en este país ninguna tendencia es definitiva, y para 2019 falta, falta mucho.
Sigo un rato con el Excel, pero con números de proyectos más modestos que la gran falacia de la economía argentina, proyectos personales, casi artesanales. Mucho número, poca literatura hoy. Hablo por whatsapp con una amiga que vive en Europa, charlamos un rato de libros y después de psicología, me recomienda empezar terapia. Por la tarde me junto con un amigo en el centro, nos cuesta encontrar un bar, pero llegamos a un café de calle España que está bastante bien. Charlamos de política, de libros y de cosas personales, también termina recomendando terapia psicológica. Supongo que mis amigos tienen razón, pero ya no tengo obra social, ni dinero para terapia, habrá que campear el temporal así nomás, sin ayuda, a pelo. Llego a casa y me pongo a mirar las temporadas que me faltaban de Homeland, encuentro una hoja en blanco y un lápiz que un sobrino dejó sobre la mesa y mientras miro la serie dibujo sin darme demasiada cuenta círculos, círculos y más círculos en la hoja, hasta llenarla por completo. Pregunto en redes sociales si hay psicólogos que interpreten ese producto de mi subconsciente, nadie me da bola, pero una amiga me recomienda colorear el dibujo, tal vez le haga caso, puede ser una alternativa a la terapia.

03/04/2018 – Martes

Salgo por la mañana temprano, cuando la mitad de la gente todavía está en la cama. Recorro, como todos los días, las insípidas calles que me separan del centro. Tomo café en un bar. Busco a mi hijo y vuelvo por el mismo camino a Dorrego. En casa me siento un rato en la computadora a ver qué hay. Aburrido scrolleo el muro general de Facebook y encuentro una perla: alguien se tomó el trabajo de poner una secuencia de capturas fotográficas de Merlí con los correspondientes subtítulos cuestionando cada una de las frases. Después pone una ironía berreta «¿Es Netflix el marco teórico estructural de tu existencia?» Contesto: «No, Netflix es una simple plataforma de video con la que la gente está reemplazando los modos de ver ficciones audiovisuales, no sé bien cuál es el “marco teórico estructural de mi existencia”, por eso me cuido de andar interpelando los consumos culturales del resto de la gente desde una supuesta y fraudulenta superioridad intelectual, y mucho menos desde Facebook que, por cierto, tampoco es un “marco teórico estructural” demasiado ambicioso», después me arrepiento y borro el comentario para no tener que pelearme con 134 parásitos con pretensiones de refinamiento intelectual. Esa vocación policial de andar vigilanteando la forma en que el resto organiza sus consumos culturales, creo, refleja la profunda insatisfacción y la triste frivolidad del progresismo bien pensante y sobre-escolarizado de este país.
Por la tarde voy al centro para acompañar a mi madre al médico. Leo un libro en una sala de espera barroca y mal iluminada. Durante la consulta renace mi odio a esa subespecie constituida por los médicos, había dejado de tratarlos desde que murió mi padre, pero esa distancia temporal, en vez de moderar mi rechazo parece haberlo profundizado. Volvemos temprano y vemos TV mientras cenamos solos. El tema del momento es el descubrimiento de las redes de pedofilia infiltradas en los clubes de fútbol, en el medio apareció Natacha Jait y acusó a la mitad de los periodistas de los grandes medios de pedófilos, no se trata de alguien demasiado confiable, pero el tiempo que dedican a descalificar sus declaraciones los programas políticos mainstream me hace pensar que algo de lo que dice es verdad, caso contrario el episodio hubiese quedado confinado a un par de bloques en programas del tipo que hace Jorge Rial y nada más.
En el turno trasnoche leo un rato, miro un poco más de TV y después un par de capítulos de Homeland.

04/04/2018 – Miércoles

Hace más de un mes que estoy con el Viaje al fin… de Céline, leo de a dos, tres páginas por día, avanzo y retrocedo, lo saboreo, como si fuese la última vez que lo voy a leer, como las últimas veces. No quiero que se me termine, podría terminarlo y empezar de nuevo, pero no voy a hacer eso. Ayer volví a las páginas americanas de la novela, transcribí algunas cosas, les mandé por whatsapp a varios amigos la foto de un párrafo que dice:

«Y lo peor es preguntarte si a la mañana siguiente tendrás fuerzas para continuar lo que hiciste la víspera y desde hace tanto tiempo, en dónde encontrarás la fuerza para esas gestiones imbéciles, los mil proyectos que no conducen a nada, las tentativas para salir de la abrumadora necesidad, tentativas que siempre abortan, y todo para convencerse una vez más que  el destino es insuperable, que cada noche hay que caer de nuevo al pie de la muralla, bajo la angustia de ese mañana siempre más precario, más sórdido.»

Algunos me acusaron de nihilista, de deprimirlos, me disculpo, no era mi intención, pero creo que todos hemos pasado por la sensación que este sublime párrafo ilustra. Y el que no, seguramente vive mintiéndose a sí mismo y a los demás. ¿Por qué me gusta tanto Céline? Por eso, porque, entre otras cosas, habla de mí, de todos nosotros.
Hoy no tuve un buen día, por donde se lo mire (“…las mil gestiones imbéciles…”) fue pernicioso. Demasiada gente convencida de que el mundo gira alrededor de sus ridículas e insignificantes vidas, no los culpo, quizás sea la única manera de habitar esta cloaca infecta que es el mundo, indiferentes al absurdo de nuestro paso por él. El problema es cuando se la agarran conmigo. Hace algunos meses decidí prescindir del odio y de los enemigos, pero (creo haberlo escrito antes) el problema es que hay gente que se empeña en elegirme como enemigo, para proyectar en mí sus miserias, y yo, que ya tengo las mías, no estoy dispuesto a hacerme cargo. Entonces vienen las reyertas, los cruces, y después los insultos y el cinismo que, no me voy a andar haciendo el guapo, me esmerilan, me hacen mal, me sacan las ganas. En fin, hoy estuve a punto de explotar, de abandonar la indiferencia y pasar al ataque, agradezco haberme controlado, pero no sé si podré sostener esta postura. Independientemente de esos episodios, no he estado bien en los últimos días, tal vez deba dejar de hacerme el boludo y aceptar que hay cosas que me siguen doliendo a pesar de no valer la pena, qué le voy a hacer, no puedo evitarlo. En fin, a falta de psicólogo uso este registro que también es mudo y tampoco soluciona nada.
Me refugio por la tarde de esa angustia en el universo de mi hijo, jugamos a pescar, a hacer asado, a festejar cumpleaños, al fútbol y a comprar lavavajillas. Por la noche se sienta conmigo a ver el partido de Boca, pero se aburre y me abandona en el segundo tiempo. Su presencia en mi vida es un oasis en medio de tanta devastación, de tanta oscuridad, de tanta sordidez. Después del partido me quedo viendo TV un rato largo, él se va a dormir.
Además de eso, hoy leí poco, empecé a estudiar inglés y pensé mucho en la muerte, en mi propia muerte por supuesto. Tal vez eso explique mucho.

05/04/2018 – Jueves

Leo sobre el futuro de internet en Medium, interesante, breve repaso: web 1.0 es la internet del principio, de un lado los contenidos, buscadores, páginas estáticas, del otro el usuario mirando; web 2.0 es el usuario interactuando y creando contenidos, es decir redes sociales, plataformas de videos, blogs, foros, etc., lo que conocemos hoy; web 3.0 es lo mismo pero descentralizado, sin mega corporaciones como Google o Facebook acaparando y distribuyendo la información que proveemos los giles, ese es, al parecer el futuro y ya van surgiendo nuevos programas, nuevos sitios, nuevas redes. Me seduce la idea, profundizo, descargo el navegador alternativo: Brave, promete lo mismo que prometía Firefox para destronar a Explorer, y lo mismo que prometía Chrome para destronar a Firefox: mayor velocidad, más anonimato, más privacidad. Lo pruebo, realmente es mucho más veloz, y el bloqueo de publicidad en lugar de ser un plug-in es algo interno, y funciona mucho mejor que Ad-Block Plus, lo elijo como navegador predeterminado, Brave. ¿El futuro? Internet lleva tanto tiempo entre nosotros que ya tiene un pasado y una pre-historia que generan nostalgia. Terrible.
Por la tarde voy a Leviatán un rato. Me quedo toda la tarde ahí con el Tupac. La gente entra y pide boludeces, o mejor dicho: cosas que a mí me parecen boludeces. Ahí a la vista de todos hay un ejemplar de Los Sorias de Laiseca, otro de Visiones de Cody de Kerouac, cosas así. Libros que no me he llevado yo por falta de presupuesto, pero que son, estoy seguro, los únicos ejemplares en Mendoza. Pero la gente pide otras cosas, compra otras cosas, pasa de largo delante de las 10 o 15 joyitas que hay en los estantes. Mejor para mí, en cuanto tenga un mango me los llevo yo. Ya al anochecer cae Taglia, a quien no veo desde hace un tiempo, hablamos un rato de poetas mendocinos y mendocinos adoptivos, quedamos en vernos el sábado a ver si de una vez por todas podemos organizar un puto asado. Después Taglia se va, tomamos una cerveza más, el Tupac cierra la librería y nos tomamos otra en el bar de mitad de cuadra con un par de personas que no conozco pero que parecen bastante agradables. Vuelvo a casa y ceno albóndigas. Leo un poquito, miro TV. Vidal con Fantino, algún día, le digo a mi madre, esta mujer será presidente de la Argentina, y gobernará 8 años, o más, espero para ese entonces haber podido rajar del país. Vidal, la que creó la UCEP, la política con mejor aceptación de este país. Así estamos.

06/04/2018 – Viernes

La mañana, como la vida, se me va en nimiedades, en el combate permanente de pequeños incendios cotidianos, un poco me pone de mal humor eso de perder así los días, pero tampoco es que tenga muy claro qué hacer con ese tiempo en caso de disponer de él, probablemente nada. Mientras mi hijo almuerza libero espacio de mi celular, lo que me obliga a revisar las imágenes enviadas y recibidas por whatsapp, guardo en la memory card las que me interesan y borro el resto. Encuentro una que envié la semana pasada a un grupo, es la foto de un libro de tapa celeste ilustrada con la cara de un niño rubio mirando hacia arriba, se titula Helping the Retarded to Know God, de H.R. Hahn y W.H. Raasch. El título del libro me resulta francamente truculento, busco información en internet, el libro lleva como subtítulo A Guide for Christian Teachers of the Mentally Handicapped, tiene 112 páginas y se publicó en 1969. Lo más parecido a una reseña son las opiniones de los usuarios en Amazon, algunos dicen que el contenido es aún más ofensivo que la tapa, otros ponen que gracias a ese libro lograron que sus hijos aprendan las bases de su religión. De todos modos creo que hoy sería imposible publicar algo con ese título y esa tapa, la corrección política nos ha vuelto un poco reaccionarios.
Paso a buscar a las 6 a mi hijo por el colegio, la luz del día comienza a declinar cada vez más temprano. El resto de la tarde se disuelve entre la intrascendencia y el olvido, como todo el día, como las últimas semanas. En el diario Los Andes hay una nota sobre el original recurso pedagógico que está usando Gastón Ortiz Bandes para enseñar literatura en la secundaria. ¿Cómo señalar la importancia de autores, por ejemplo, del siglo XVII a adolescentes del siglo XXI? Difícil sí, imposible no. Bandes les propuso a sus alumnos diseñar memes con versos de Sor Juana Inés de la Cruz que recobran actualidad en el marco de las luchas por la igualdad de género. Los resultados son divertidos, pero supongo que lo importante es haber logrado que un puñado de millenians hayan leído con interés renovado a la poeta mexicana y, a partir de esa lectura, hayan podido construir sentido. Ese cruce me gusta, basura de la cultura pop actual (los memes) con expresiones culturales más elevadas y prestigiosas como la poesía. Es un ejercicio divertido, se me ocurre probarlo con algo más modesto, como un poema de Vicente Luy.

07/04/2018 – Sábado

A la mañana llevo a mi madre y a mi hijo al cumpleaños de una sobrina, un cumpleaños infantil en una granja con caballos y otros animales campestres. No estoy demasiado bien de ánimo, por lo que en vez de quedarme al festejo, vuelvo a mi casa. Me siento a leer y no puedo concentrarme, el silencio sepulcral de la casa vacía y el barrio quieto me enfrenta a mis fantasmas y, sobre todo, a mis culpas. Repaso un poco los últimos meses y los últimos años, hago un balance emocional e intelectual del que salí perdiendo. El inventario material es escaso. Tengo una cama, una cama usada, una computadora vieja, una tablet un poco menos vieja con 3.000 y pico de libros electrónicos, ropa usada de sobra y libros, un montón de libros, demasiados libros que pesan mucho y he estado moviendo de acá para allá todo el tiempo. Quiero irme a un lugar lejano, a empezar de nuevo. Me atan algunos afectos que tarde o temprano también terminaré perdiendo y todas esas cosas que pesan demasiado. Entonces hay que esperar, esperar a perder lo poco que queda, quedarme liviano, etéreo para poder irme cuando quiera de donde quiera, para seguir escapando de mí mismo. He pensado que lo mejor es tomarme un tiempo, poner un plazo y después irme. Puedo llevar algo de ropa, mi computadora, la tablet y 5 o 6 libros nada más, y aprovechar ese plazo para vender todos los libros y las cosas que tengo de más. Mientras tanto juntar dinero y algún que otro conocimiento. Y después sí, irme lejos, irme del país, desaparecer. Cobardía tengo de sobra para llevar adelante ese plan.
Por la tarde paso por lo de Grasso a buscar un libro que me pidieron prestado y que tenía él. Tomamos un par de cervezas y charlamos un poco de literatura, de vocación literaria, del presente y del pasado. Me traigo prestado un libro de Liborio Justo que tiene una autobiografía y algunos relatos. Liborio Justo, un trotskista hijo del presidente Agustín P. Justo, emblema de la década infame. Me interesa sobre todo la autobiografía que trae el libro. Además de ser, como hablamos con Grasso, el extinto y siempre interesante prototipo de intelectual solitario, Justo nació en 1902 y murió en 2003, es decir que conoció bien el siglo XX.
Tras buscar a mi hijo y llevarlo a lo de su madre, vuelvo a casa a dejar el auto porque no quiero manejar sin registro de noche, la noche es traicionera, y más para los miopes como yo. Después parto hacia la quinta sección, a una galería de arte que no conocía, en donde se hace una pequeña presentación y lectura de los nuevos libros de El Andamio, la editorial sanjuanina de Damián López. Me encuentro ahí con Javier Piccolo y charlamos un rato de derechos de autor, del proyecto editorial que tiene con Gonzalo Córdoba (Grito Manso) y de Abelardo Vázquez entre otras cosas. Después leen varios escritores mendocinos que publicaron en El Andamio. Todos leen, además de sus propios poemas, algún texto de Victor Hugo Cúneo, el poeta sanjuanino que se vino a vivir a Mendoza y se suicidó prendiéndose fuego con kerosene en el medio de la Plaza Independencia un domingo del año 69’. Los textos están en un librito que acaba de editar la mencionada editorial y que parece muy interesante. Hago la nota mental para cuando tenga dinero. Después de las lecturas y de algunas conversaciones improvisadas en pequeños grupos, todos se van y Damián López me acerca hasta Dorrego. Es temprano, pienso en volver a salir por ahí, pero desisto un poco por hambre y un poco por cansancio físico, mental, moral. Miro un par de capítulos de Homeland y nada más.

08/04/2018 – Domingo

Por la mañana veo un rato San Lorenzo – Godoy Cruz y después me pongo a estudiar inglés. Encontré unos cursos online gratis bastante amenos y exigentes que sirven más para afinar la lectura y la escritura que para mejorar la pronunciación y el oído, que son mis dos problemas con ese idioma. Igual me viene bien porque pretendo leer a algunos libros norteamericanos que no se han traducido al español, supongo que por falta de mercado. Además, como mencioné, he tomado la decisión de irme del país y de ser posible del continente, apenas pueda vender mis cosas y solucionar un par de temas. Mientras tanto aprovecho internet para aprender cosas que puedan servirme o que me interesen. Ya no voy a buscar trabajo, ya no voy a esperar la muerte por sordidez en esta provincia absurda, voy intentar irme otra vez. Sólo que ahora no voy a cometer el error de volver. Es una meta a la que aferrarme, un blanco al que apuntar, una luz al final del túnel oscuro del presente.
Entrada la siesta nos vamos a lo de mi hermana a almorzar. Volvemos tras una larga sobremesa con whisky incluido que me ayuda a adormecer las penas un rato. Ya en casa me siento al sol a leer el libro de Liborio Justo y el de Céline. Después empieza lo peor: el atardecer del domingo. Evito el naufragio escuchando a Cafrune y Yupanqui, lo que me recuerda que debo sumar a mi lista de pérdidas recientes la guitarra que me rompió el gato. Antes de cenar intento retomar la lectura, pero me distraen algunos llamados telefónicos primero y la TV después. Hace unos días que no leo diarios, lo único que sé es que metieron preso a Lula en Brasil, pero no entiendo nada de los temas que hablan en los programas de actualidad. Miro deportes, después películas malas en el cable. Todo lo demás no importa.

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