Lecturas: La Guerra Humana

Noah Cicero es, junto a Tao Lin y un par de escritores más, una de las caras más visibles de algo que se llama Alt-Lit y no se sabe bien qué es, si un movimiento estético, estilo literario, generación de escritores o etiqueta arbitraria del mercado. Quizás un poco de todo y nada de eso a la vez. Por lo que entiendo son jóvenes americanos, nacidos después de los 80’, críticos del sistema, pero no revolucionarios, nihilistas, minimalistas y sin demasiadas ambiciones literarias. O sea: millennials. La Guerra humana es su primer libro y está compuesto por cuatro relatos que sirven para reafirmar esas credenciales y permiten una aproximación a esta etérea corriente literaria.

El primer relato, que da título al libro, es el más extenso y recorre un día en la vida del joven narrador de 23 años en una pequeña ciudad de Ohio llamada Youngstown. No es un día cualquiera, es un día de 2003, un día especial, el señalado por Bush para atacar Irak. El protagonista sale de su casa dos horas antes de la señalada para el inicio de la guerra, visita a su novia Kendra con quien parece tener una relación algo truculenta, después va a Denny’s a leer a Proust y ahí se encuentra con un amigo con quien deciden ir a un cabaret para, luego, finalizar la noche en un bar de karaoke en donde se emborracha con otros jóvenes de su edad. Mientras recorre ese itinerario, el adolescente no para de preguntarse y de preguntarles a sus amigos sobre el significado de la guerra, sus posibles consecuencias para su propia vida y sobre el futuro. Las preguntas generan más dudas que respuestas y casi siempre estos diálogos se transforman especulaciones abstractas de carácter existencial de las que ningún personaje parece estar demasiado convencido y terminan en temas más terrenales como el sexo, el dinero o las drogas. Este relato, escrito con oraciones cortas y tajantes, con un lenguaje coloquial (en ese sentido, es un acierto haberlo traducido a un español rioplatense, refuerza un poco la idea original del autor) y con un estilo simple y fragmentario, refleja la incapacidad de sus protagonistas para entender el mundo y para construir sentido, lo que los lleva a un estado de abulia cuasi animal.

El segundo relato es un diálogo entre dos internos de una institución psiquiátrica, David y Jimmy. David tiene transtornos con su imagen y un editpo mal resuelto a pesar de que su madre ha muerto. Jimmy parece un psicópata místico. Después se suma al diálogo Melisa que también tiene problemas en la relación con su madre y además parece estar muy confundida acerca de la vida (como todos los personajes de este libro en realidad). Finalmente se suma a la conversación George, un ex combatiente trastornado de quien su madre abusaba de niño. Es, por supuesto, un diálogo de sordos, cada uno habla de sus propios miedos y, como en el relato anterior, no hay demasiada transición entre los temas que van tocando. De esta manera se va construyendo una conversación que remite a Beckett por lo absurdo. Básicamente se van consolidando las personalidades y los fantasmas de cada personaje. Son como fragmentos superpuestos de distintos monólogos enfermizos, no mucho más.

El tercer texto, como el anterior, también es un diálogo, esta vez entre una pareja que acaba de tener sexo casual. Él es un joven universitario de clase media que está confundido respecto del futuro, y sin embargo espera retomar sus estudios y seguir adelante; ella es una chica que ha dejado a su madre para ir a vivir sola y aún así no logra que ésta la deje de extorsionar emocionalmente. Los diálogos son menos sucintos, son personas que hablan más que las de otros relatos, pero la mecánica y los temas son los mismos: hablan de sexo, de miedos, de la soledad, de la guerra, de política y de la falta de perspectivas, saltando de un tema a otro una y otra vez, sin llegar a ninguna conclusión.

El último relato, como el primero, está compuesto en parte por el monólogo interior del protagonista y en parte con los diálogos que mantiene éste con las personas que va encontrando en su camino. Es un joven de Ohio que acaba de graduarse en la universidad y va en tren hacia Chicago para empezar un viaje por todo Estados Unidos. En el camino se encuentra con algunas chicas de su edad, con hombres mayores, locos, solitarios, etc. Se repite, otra vez, la temática y la brevedad de las sentencias.

Además del laconismo, la pobreza del lenguaje y el estilo coloquial, los cuatro textos tienen en común algunas cosas: el final abrupto que parece decirnos que lo absurdo de la vida de los personajes se prolongará mucho más allá de los textos, la juventud de sus protagonistas, las dificultades de para relacionarse con el mundo, el sin sentido de sus vidas y los temas (la guerra, el desprecio por el sistema, las drogas, el sexo, el amor, la muerte, la soledad, el aburrimiento, etc.). Es un libro efectivo, porque la intención de Cicero parece ser poner de relieve precisamente esos temas, y lo logra, lo hace directamente, habla a través de sus personajes y les transfiere sus ideas, sus discursos y, también supongo, sus limitaciones.

A pesar de la señalada pobreza del lenguaje, de la ausencia de ambición literaria, de la ingenuidad de algunas ideas y de la indigencia estética de estos textos, hay algo en ellos que logra captar un clima de época, una percepción generacional. Cicero logra expresar en estos relatos el vacío existencial y el enojo de toda una clase social compuesta por los jóvenes de clase media americanos que resignifican y actualizan aquella consigna punk: “No Future”. Cicero representa a través de sus relatos a ese adolescente enojado, aburrido y rebelde sentado al final del aula mirando con cinismo e indiferencia hacia el pizarrón mientras se toca la bragueta por debajo del banco. Y a ese adolescente hay que prestarle atención, porque si no puede transformarse en un adulto peligroso. Salvo eso y la magnífica idea de traducirlo al español rioplatense, no hay mucho más que el libro pueda ofrecer, ni siquiera entretenimiento, porque, como dije, ese adolescente está enojado y es aburrido.

Libro efectivo, con algunas ideas, con algunas pinceladas interesantes de la vida de la “América Profunda”, efectivo en su mensaje, pero sin fuerza. Yo prefiero libros con más ambición literaria, con más potencial poético y con más densidad lingüística.

Mendoza, Septiembre de 2018

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