Bueno, en los últimos meses estuve subiendo algunas notas rápidas sobre libros que iba leyendo. Supongo que la única manera de conservar esos borradores es subirlo a este viejo blog, ya que de otra manera se me pierden los archivos, los cuadernos o los papeles en donde las escribo. No sé si esos textos sirven para algo, pero me gusta conservarlos. Hay muchos libros que leí y sobre los que empecé a escribir sin llegar a nada muy sólido, pero quedaron algunos apuntes sueltos sobre esas experiencias de lectura de 2018 y las voy a poner todas juntas acá.

Subrayados – María Moreno
Es un librito de pequeños ensayos, o más bien apuntes de lectura. María Moreno escribe bien, es excelente cronista, pero también es una gran lectora, aguda, sensible e inteligente. Acá hay de todo: reflexiones sobre las traducciones, sobre letras de tango y, más que nada, sobre libros y autores. En la primera parte, dedicada a la literatura nacional, aparecen Walsh, Borges, Arlt, Briante, Viñas y un montón de escritores más. En la parte de literatura mundial están Joyce, Nabokov y varios otros.
El libro es ameno, se lee rápido y los ensayos son cortitos.
No es nada del otro mundo, pero está bien, ofrece una forma alternativa de lecturas.
Brandsen – Marcel Pla
Novelita, ante todo entretenida, ágil y bien escrita. Superficialmente se podría leer «de un tirón» como un relato de aventuras en algún lugar de la Argentina, ubicado entre el sur de la provincia de Buenos Aires y la Patagonia. Pero hay más, si se rasca la cáscara, si se intenta una lectura que atraviese esa epidermis de novelita de acción. De hecho hay varias cosas más, pero no tengo ganas de desarrollar mucho. Es una novela corta y hay que leerla, sólo quiero destacar algunos puntos. Primero la singularidad de sus personajes y del escenario por momentos bello, por momentos apocalíptico. En segundo lugar la oposición evidente a la moda de la novela urbana, si bien tampoco podemos hablar de novela rural, sí es una especie de Road Movie criolla (a lo Soriano, quizás). Tercero: las imágenes y el lenguaje que alcanzan por momentos cotas de alta calidad estética. Cuarto: guiños velados a la tradición de llanura en la literatura argentina, referencias culturales a Hernández (¿Iván e Ignacio / Fierro y Cruz?) y un tratamiento no explícito, demagogo ni políticamente correcto de la homosexualidad. Más referencias, claro, el nombre del libro como referencia histórica y al personaje (Brandsen, personaje histórico, militar francés y Brandsen, el sicario noir y duro de la novela). En fin, muchas cosas que quedaron anotadas.
Entonces, remake en clave Road Movie en la llanura pampeana del Martín Fierro, novela de aventuras patagónica, relato policial posmoderno. Como quieran llamarle, Marcel Pla (no sabemos mucho de él, ni siquiera si es su nombre o un seudónimo) escribió un hermoso librito que puede leerse en varias claves. Pulgar arriba, buena novelita.

La Garchofa Esmeralda – Alejandro Rubio
Este es un libro extraño, ecléctico, inclasificable, pero bueno. En realidad son tres libros, o mejor dicho dos libros y un pequeño ensayo. El primero se llama Autobigrafía Podrida y es un conjunto de textos autobiográficos, aparentemente con cierto orden cronológico, pero independientes entre sí. Hay episodios de la infancia y el barrio, los inicios del autor en la literatura, la relación con las drogas, y anécdotas con Leónidas Lamborghini y otros personajes. Me dijeron que no todo es real, pero no importa, todas las autobiografías tienen algo de ficción. El segundo texto es Martina, una especie de nouvelle o conjunto de relatos que tienen como denominador común a una mujer llamada, previsiblemente, Martina, de quien el narrador está enamorado. En esos textos aparecen personajes y situaciones por momentos oníricas, por momentos grotescos y por momentos entrañables. El escenario es un Buenos Aires marginal e íntimo, con sus plazas sucias y sus bares de mala muerte. El tercer texto es un ensayo llamado La Literatura Argentina es el Mal que parte de la premisa de que la literatura está mal escrita y da argumentos sólidos y singulares que estimulan al lector a tenerlos en cuenta y mirar desde otra óptica a pesar de estar, a veces, en desacuerdo. Me gusta más el Rubio poeta que el Rubio prosista, pero igual La Garchofa Esmeralda es un muy buen libro.
Formas Breves – Ricardo Piglia
Piglia, además de un buen novelista, ensayista y cuentista, era un excelente lector. Este conjunto de textos, más que ensayos formales, son notas de lectura y/o entradas en el diario de ese gran lector. Son textos breves, concisos y lacónicos, que recorren temas y autores que Piglia siempre consideró fundamentales: Macedonio Fernández, Arlt, Gombrowicz, Kafka, Poe, Borges, Faulkner y otros tópicos como el cuento, el psicoanálisis y la literatura, la forma, los mecanismos ocultos detrás de los grandes relatos, etc.
Un conjunto de artículos pequeños estimulantes y entretenidos que abren la puerta a nuevas lecturas, a nuevas relecturas y, quizás, a nuevos autores. Me gustó mucho.
La Uruguaya – Pedro Mairal
Podría decirse que Mairal es un buen narrador, tiene oficio y recursos y además es efectivo, por eso se ha convertido en un autor mainstream. Esta novela es una muestra clara de eso, es un relato bastante simple engordado con anécdotas, reflexiones, paralelismos y paisajes. El relato base tampoco es nada novedoso: se trata de un escritor de 40 y pico de años que en plena crisis matrimonial y laboral va a Uruguay a buscar dólares durante la vigencia del cepo cambiario y aprovecha para encontrarse con una joven uruguaya con quien busca continuar un romance iniciado tiempo atrás.
Un tema simple (la infidelidad), pocos personajes, primera persona en tono confesional y un puñado de reflexiones y referencias culturales sobre ciertos tópicos (los médicos, Montevideo, Borges, Onetti, habitaciones de hotel, bares, escritores bohemios con OSDE, los círculos literarios porteños, etc.) le bastan para escribir una novelita rápida y que cumple su objetivo: entretener; por eso digo que es sobre todo efectivo.
No hay mucho más, es un relato engordado, entretenido y con ciertos pasajes ocurrentes, y eso está bien, no arriesga demasiado con los temas ni tampoco con el lenguaje, evita complejidades. Pero entretiene, vende y le reporta un puñado de elogios a su autor. Le falta, quizás, lo mismo que al 80% de la literatura argentina contemporánea: ambición.

Maldita – Chuck Palahniuk
Bueno, este libro es la secuela (aparentemente no la única) de Condenada (Damned, 2011). Esta vez Madison Spencer vuelve desde el infierno a la tierra como fantasma y empieza a descubrir los orígenes de su creación, no hay mucho más que decir respecto del argumento que no sea spoiler.
El resto es más de lo mismo: desde hace unos años Chuck Palahniuk sigue repitiendo la fórmula con la que consiguió el éxito de El club de la lucha, Asfixia o Superviviente. Los mismos recursos estilísticos, el mismo lenguaje (que pierde fuerza en las pésimas traducciones españolas de Javier Calvo), y la misma forma de narrar. No hay nada nuevo bajo el sol del universo palahniukiano. Es difícil encontrar algo original más allá de algunas ideas ocurrentes y graciosas sobre lo que pasa después de la muerte, pero claro que para eso no hace falta escribir un libro.
En suma, no es lo mejor de Palahniuk, tampoco lo peor, un libro escrito para sus fanáticos y para algún desprevenido que no haya leído nada de Chucky.
Black Out – María Moreno
Libro interesante e inclasificable. Oscila entre el ensayo y la crónica, entre la anécdota y la narración, entre el retrato de época y el relato autobiográfico. Inteligentemente montado a partir de textos nuevos y otros reciclados que ya habían aparecido en otros lados, Black Out puede leerse en forma salteada y fragmentaria, como cualquier libro de crónicas, o en forma lineal como una novela autobiográfica.
Está muy bien escrito, porque María Moreno escribe realmente bien, y uno puede perderse en sus páginas, por las que desfilan anécdotas, fragmentos de diarios, retratos de época, pequeños relatos autobiográficos, semblanzas de algunos personajes extintos de la literatura (Claudio Uriarte, C.E. Feiling, Miguel Briante, Norberto Soares, Jorge Di Paola…), y el alcohol, los bares y la noche siempre presentes, tocando los textos con referencias tangenciales o bien atravesando directamente las tramas. Supongo que por eso el libro fue leído como autobiografía etílica, pero hay mucho más que eso. Probablemente cierta crítica cultural haya sido demasiado generosa en las apologías de Black Out, haberlo señalado como libro del año es algo exagerado, hay libros mejores, mucho mejores de Moreno, pero este también es interesantey sirve para conocer un poco más sobre parte de esa generación literaria de los tardíos 60′ y tempranos 70′. Recomendable.