Lecturas: Los Amores de Laurita

Nunca, hasta ahora, había leído algo de Ana María Shua, por alguna razón creía que se trataba de literatura etérea, que escribía best-sellers como Marcos Aguinis. Y tal vez sea así, pero probablemente sea un prejuicio. Por lo que leo en Wikipedia se destaca en literatura infantil y en textos cortos tan de moda que se llaman “microficciones” o “microrelatos”. Como sea, nunca pensé en leer una novela suya hasta que me mencionaron Los amores de Laurita como la novela en donde estaba “el primer aborto de la literatura argentina”. Entonces compré este librito usado y lo leí. Y sí, hay un aborto, aunque desconfío de que sea el primero, creo que Sara Gallardo ya había narrado uno, pero no sé si puede leerse como algo simbólico o anticipatorio, como un hito en la literatura argentina, no sé si es relevante. Supongamos que lo sea, tampoco hay mucho más que eso.

La novela empieza con La Señora Laura (ex-Laurita, personaje principal del relato) saliendo con su marido de una visita al obstetra durante la 38° semana de embarazo. Luego la narración retrocede hasta el día de su cumpleaños número 16 y muestra a la protagonista festejando con su primer novio. Lo normal: tercera persona, narrador omnisciente, algunos pensamientos y fantasías de Laurita, escarceos en el Parque Rivadavia, algo de ironía que desentona un poco con la edad y la condición del personaje, pero entretenido. Después de nuevo la señora Laura y su marido, pequeña escena y nuevo retroceso hasta los 18 o 19 años, un novio algo snob, una orgía trunca, borracheras, más ironía y listo. Y así se van intercalando pequeñas escenas del día de la señora Laura con recuerdos de cada uno de los novios que fue teniendo durante su adolescencia y juventud.

Por momentos la narración es previsible y monótona, pero hay que reconocer que tiene escenas bastante ocurrentes que consiguen trazar una semblanza de las conductas, usos y costumbres de una generación que tuvo el privilegio de ser joven a fines de los 60’ y principios de los 70’, cuando ciertas libertades culturales y sexuales eran algo novedoso. Hay anécdotas que son un clásico lugar común: la chica inteligente que termina en relaciones con tipos que no la merecen, el intelectual que no lee, el poeta sin obra, etc. Pero son anécdotas que están narradas de manera ingeniosa. Bueno y el aborto, ahí en uno de los capítulos finales, sin ningún mérito estético que amerite la recomendación.

Al final hay un texto que intenta dar cuenta de las contradicciones de la Señora Laura respecto de su pasado y la forma en la que resuelve esas tensiones entre las aspiraciones de mujer intelectual libre y su actual condición de “señora” embarazada de clase media mantenida por el marido. O sea: las tensiones entre Laurita y La Señora Laura. Lo hace mezclando al narrador omnisciente con un monólogo interior de la protagonista, parecido a los de Puig en Boquitas Pintadas, pero, a mi entender, fallido. Después todo se resuelve en una masturbación narrada con excesos innecesarios. Pero bueno, el libro es de 1984, supongo que en ese momento todo eso era transgresor.

Más que el relato del aborto, me parece que este libro sirve para ilustrar el devenir de una generación, o más bien de los jóvenes de cierta clase social, y sus aspiraciones intelectuales y culturales. Da cuenta de hasta qué punto la rebeldía de ciertos sectores no era más que una pose, una moda pasajera. Lo hace con un humor e ironía, es la única razón que encontré para justificar la lectura de esta novela. En general es entretenida, uno de esos libros que se leen de un tirón (expresión de la desconfío), con una prosa bastante templada, sin rispideces, sin complejidades lingüísticas, prolija y correcta, pero sin brillo. Hay algunos intentos fallidos en el uso de la ironía y a los personajes les falta un poco de espesor para ser creíbles, son todos, salvo Laurita, seres unidimensionales. Nada del otro mundo, pero tampoco se puede decir que sea un mal libro. No recomendaría su lectura, pero tampoco me animo a decir que la misma sea una pérdida de tiempo. Hay cosas mejores, también peores. Ahí está. Laurita.

Mendoza, Marzo de 2019

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