En 2018 se estrenó una película dirigida por Jesse Peretz que me llamó la atención, se llama Juliet, Naked pero tradujeron el título al español como «Amor de vinilo«, una imbecilidad. Después de verla recordé vagamente haber leído alguna vez esa historia en un libro, entonces busqué en unas cajas que nunca desarmé después de mi última mudanza y ahí estaba el libro homónimo de Nick Hornby cuyo título en español respeta el original Juliet, desnuda. Lo volví a leer y, si bien no es una locura, creo que vale más la pena que la película.
Por un lado están Annie y Duncan, una pareja inglesa; ella dirige un pequeño y gris museo, él da clases en la secundaria. A pesar de sus inquietudes intelectuales y de su formación cultural, al llegar cerca de los cuarenta sin hijos, la pareja parece haberse resignado a quedarse en un pequeño y chato pueblo costero conservador y demasiado tranquilo de Gran Bretaña.
Por el otro lado está Tucker Crowe un músico de culto americano, de éxito fugaz en los 80′ con un disco llamado Juliet, de quien no se sabe nada desde hace 20 años. Tucker ha pasado al olvido para la mayoría de la gente, salvo para un puñado de fans desperdigados por el mundo que lo han convertido en un mito y viven comunicados a través de blogs, mails y foros de internet.
Es el año 2008, Duncan, que es uno de esos fanáticos de Crowe, viaja a Estados Unidos acompañado por Annie para visitar lugares que han marcado hitos en la vida del artista: el baño de un club, en donde se dice que decidió retirarse, la casa de una mujer que es considerada la musa inspiradora del disco Juliet, etc. Al volver a Inglaterra reciben por correo un nuevo disco de Crowe: Juliet, desnunda que no es otra cosa que la maqueta del Juliet original remasterizado. Annie comete el pecado de escuchar el disco antes que Duncan y eso desata una crisis.

Entonces aparece Crowe, cuya vida está lejos de ser la de la leyenda que sus fans han construido. Tiene problemas para relacionarse con la gente, para conseguir trabajo y para entablar relaciones sentimentales, lo único que hace es cuidar a su quinto hijo de seis años, la única persona con la que parece tener una relación fluida. Crowe está en plena crisis matrimonial y lee en internet la reseña de Juliet, desnuda que escribe Annie. Allí empiezan a cruzarse las vidas de los tres personajes.
Y allí, precisamente cuando todo se empieza a poner bueno, la novela cae un pozo, empiezan a aparecer personajes y escenas innecesarias, Duncan desaparece durante 80 páginas y el libro se vuelve un poco monótono, aburrido. La novela sólo retoma la intensidad al final, demasiado tarde, lo cuál también puede funcionar como metáfora porque Crowe, Duncan y Annie comparten la sensación de que han desperdiciado sus vidas y de que, quizás, es demasiado tarde para reconstruirlas. Hay búsquedas personales de cada uno de los personajes, como en las grandes novelas decimonónicas, pero queda flotando la sensación de que esas búsquedas son infructuosas, que la vida es sólo eso, una sucesión de errores, al menos para ellos.
La novela está bien, salvo por esas 100 páginas que le sobran, precisamente el pozo en el que cae. Hay una construcción de personajes excelente y la satirización del crítico cultural es inmejorable. Las referencias culturales están bien dosificadas y logra una semblanza excelente de la chatura intelectual de los pequeños pueblos conservadores. Además de las crisis personales de la madurez, los grandes temas son hasta qué punto llega el fanatismo, la manera en que una leyenda puede venirse abajo cuando aparece y se vuelve terrenal, cómo la obsesión puede crear a expertos en nada, y el grado de ridículo al que puede llegar la crítica cultural en general cuando se vuelve demasiado erudita y específica. De hecho creo que de algún modo el libro cuestiona la validez de la crítica, la satiriza y se ríe de ella. También está presente el mecanismo por el cuál internet ha ayudado a crecer y a consolidar esas pequeñas comunidades de expertos que de otra manera no existirían, y cómo el sujeto empieza a competir con sus pares en esas comunidades por algo que en realidad no importa demasiado.
Esta riqueza temática hace de Juliet, desnuda un buen libro, si no fuese por esas 100 páginas en las que Hornby deja a Duncan esperando al costado para hurgar de más en las miserias del pasado de Crowe, sería una excelente novela. Igual vale la pena. Es mejor que la película.